La administración de los clubes suele tener cierta irrelevancia en los temas más recurrentes del mundo deportivo. Algunos casos emergen a la luz pública y se vuelven puntos de discusión cuando la situación en concreto trasciende estrictamente el manejo de un equipo de fútbol. Recientemente, la dirección y los proyectos deportivos han tomado notoriedad en los espacios de comunicación y en las charlas de los aficionados, ya que la revolución acaecida en algunos conjuntos del Viejo Continente, que recibieron una fuerte inyección proveniente de grupos empresariales, se ha hecho palpable en el terreno de juego. Podemos hablar de instituciones como el Chelsea o el Manchester City en Inglaterra, el Paris Saint Germain o el Monaco en Francia, el Inter y el Milan en Italia, el Atlético de Madrid en España, por referir algunos ejemplos. ¿Qué tienen en común estos equipos europeos? Todos tienen un rendimiento que sobresale del conjunto de clubes que compiten con ellos en sus respetivas ligas, y en la mayoría de los casos, también tienen protagonismo en los torneos organizados por la UEFA como lo son la Champions y la Europa League. Ante el panorama representado por los equipos de mayor poder económico en el escaparate del fútbol mundial, cabe preguntarse si existe una vertiente distinta que garantice un rendimiento óptimo en el campo de juego. La respuesta la podemos encontrar en la Bundesliga que, si bien pertenece al conjunto de las denominadas 5 grandes ligas, posee una normativa que permite la conducción de los clubes de una forma diferente a la realizada en los equipos que participan en las otras competiciones de la élite del balompié internacional.
La peculiar regla del 50 + 1, también conocida como ley anti-jeques, es una cláusula de regulación que nace a partir de una resolución de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) en octubre de 1998, y que se encuentra contemplada en el artículo 16 de los estatutos del máximo órgano de decisión de la liga germana (DFB). Básicamente, la regla 50 + 1 establece que los clubes pueden participar en la máxima categoría si los mismos son propietarios de la mayoría de los derechos de toma de decisión de la institución deportiva. Esto quiere decir que, los socios del club deben conservar al menos la mitad más uno de los votos en la administración del equipo sin importar los porcentajes de aportación de capital, los cuales pueden repartirse con total libertad a cualquier número o clase de inversores privados. Si dicha condición no se cumple, los cuadros alemanes no pueden obtener la licencia que los habilita para competir en la Bundesliga. El Bayern Munich, vigente campeón de la Champions League, opera bajo la normativa señalada, por lo resulta interesante conocer un poco más sobre el modelo de gestión que organiza el fútbol en dicho país.
Previo
a la decisión de la Federación Alemana de Fútbol, los clubes se regían bajo la
figura jurídica de las asociaciones civiles, las cuales se caracterizan por ser
organizaciones sin fines de lucro. Posterior a la determinación, las escuadras
teutonas pasan a transformarse en entidades mercantiles como lo son las
sociedades anónimas públicas y privadas, así como las sociedades comanditarias
de acciones, por mencionar algunas de las modalidades. La razón principal, de
esta modificación en el ambiente administrativo del fútbol de la Bundesliga,
se divide en dos partes: por un lado, los directivos y los sectores
empresariales buscaron aminorar el hermetismo de los clubes alemanes en cuanto
al aspecto económico, ya que su pretensión era agilizar el movimiento de
inversiones para competir contra los grandes equipos del fútbol europeo; por el
otro, consciente de las particularidades del aficionado común, la Federación
Alemana de Fútbol consideró que la mejor forma de proteger su cultura era
mediante el resguardo de los derechos de decisión en manos de los socios del
club. Desde el punto de vista de varios de los protagonistas de ese tiempo y de
la actualidad, el balompié germánico tiene que estar a la par de los grandes
torneos domésticos; y eso significa que, el modelo de gestión de los clubes
tiene que ser replicado en suelo alemán. Para los dirigentes de la Federación,
la mejor decisión, en ese momento, era por optar por un modelo que permitiera
mayor financiamiento dentro de los clubes, sin descuidar el folclore que vive,
transpira y sufre todos los fines de semana el seguidor en los estadios.
Hoy en día la regla 50 + 1 no goza de total aprobación, principalmente entre quienes se encargan de administrar el fútbol en los clubes. Es por eso que algunos equipos alemanes se han decantado por regirse por la excepción que la Federación Alemana de Fútbol estableció para la propia norma. La eximición radica en que la empresa o persona que haya financiado sustancialmente un club por un período de al menos 20 años ininterrumpidos, puede contar con una participación mayoritaria en la toma de decisiones dentro del equipo; es decir, que puede pasar de tener el 49% de los derechos de voto a cualquier porcentaje superior que le permita manejar hegemónicamente las riendas del cuadro en cuestión. Un caso reciente nos lo da el TSG 1899 Hoffenheim, institución que tenía hasta 2015 como inversionista principal al cofundador de la empresa SAP SE, Dietmar Hopp. En ese año, el empresario alemán disponía del 49% de los derechos de voto del equipo y solicitó la aplicación de la excepción a la regla 50 + 1. Al año siguiente, Hopp pasó de tener poco menos de la mitad de los derechos de control a concentrar el 96% de las facultades concernientes a la administración del Hoffenheim. Dentro de la Bundesliga, otros casos de equipos sujetos al régimen de excepcionalidad son el Bayern Leverkusen y el Wolfsburgo: el primero fundado por trabajadores de la farmacéutica Bayer AG y hoy en día, propiedad de dicha compañía; el segundo formado por empleados del Grupo Volkswagen y hoy en día, propiedad de la empresa automotriz. Mención aparte merece el RB Leipzig, equipo que pertenece a la empresa Red Bull GmbH y que cuenta con 17 socios que poseen la mayoría de los derechos de voto del club, los cuales son empleados de la famosa compañía austríaca de bebidas energizantes.
El
episodio de Dietmar Hopp ha avivado recientemente viejas fricciones entre
quienes están a favor y quienes están en contra. Personajes como Karl-Heinz
Rummenigge, director general del Bayern Munich, o Martin Kind, director general
del Hannover 96 se han pronunciado en contra de la norma, alegando que la misma
obstaculiza el crecimiento de la liga frente a la Premier League, la Liga Española y la Serie A. Ante la autorización del régimen de excepcionalidad del
principal inversor del Hoffenheim, seguidores del Borussia Dortmund y del Mönchengladbach,
el Bayern Munich, el Union Berlin, el San Pauli, el Schalke 04 se manifestaron
dentro de las canchas con mensajes de repulsa ante el adelgazamiento del rigor
de la regla 50 + 1. La afición germánica en general es el gran contrapeso en la
contienda por la sobrevivencia o derogación de la denominada ley anti-jeques.
Para los partidarios de su conservación, la regulación vigente preserva la
cultura alemana del fútbol, la cual consiste en gradas llenas, precios bajos en
entradas y en transporte, animación constante y el apego e identidad de los
seguidores a sus clubes. Un dato interesante es que la Bundesliga tiene
el promedio más alto de asistencia a los estadios en el mundo con cerca de
44,000 personas por partido jugado. Además del estado emocional y del orgullo del
fanático, el modelo de gestión instaurado por la regla 50 + 1 favorece el
control de deuda, fichajes y salarios; ya que, la toma de decisiones depende en
gran medida de los socios del equipo, quienes prefieren un manejo sobrio y
equilibrado que privilegie finanzas saludables para la institución deportiva por
sobre el fin y la especulación comercial.
Los resultados en el campo de juego del fútbol alemán están a la vista de todos: 2 de los 4 semifinalistas de la última edición de la Champions League fueron conjuntos teutones, uno de ellos terminó consagrándose campeón; en la Europa League, la mayor presencia de equipos en la instancia de los octavos de final fue de clubes germánicos, con la participación de 3 representantes de la liga alemana; el campeón del Mundial pasado, Brasil 2014, fue el combinado Die Mannschaft, escuadra que usualmente nutre su selección con jugadores que se desempeñan en la Bundesliga. Además del éxito deportivo, la competición futbolística en Alemania es un ejemplo internacional de gestiones financieras saludables, ya que es de los pocos torneos del Viejo Continente que no tienen pérdidas colectivas en la totalidad de sus equipos de primera división. Más allá de los anhelos de algunos protagonistas, respecto a mayor crecimiento económico y publicitario, la liga alemana es una lección de actuación deportiva que hace realidad la locución coloquial: todos hacen bien las cosas, todos hacen bien su trabajo. La regla 50 + 1 viene a ser ese muro de contención que resguarda todo lo bello que tiene el fútbol, ante la tormenta millonaria de miles de dólares y de euros vacilantes; aquello, de lo que simplemente el dinero no se puede apropiar.
Escrito por Carlos Ríos
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