Entre
la pobreza y la orfandad paterna, el niño Mané creció en el seno de la ciudad
de Sédhiou, metrópoli cercana al río Casamanza y a
la frontera con Guinea. Sin mucho apego a la escuela, pero siempre con el balón
en los pies, Sadio decidió a los 10 años que su vida estaría encaminada al juego del
fútbol desde el momento en que vio jugar a la selección nacional senegalesa en
el mundial de 2002. Quedó maravillado con la actuación de Papa Bouba Diop,
de Salif Diao, del capitán Aliou Cissé y del portero Tony
Sylva, todos jugadores senegaleses que dieron la sorpresa en la referida
justa mundialista; no solo por ganarle a la selección gala, vigente campeona,
en su primer partido, sino porque maravillaron al mundo por clasificar a Senegal a
la segunda ronda con un juego ofensivo y con mucha garra.
Dicha influencia inspiró a Sadio a desobedecer el consejo materno que le decía al oído que renunciara a ser jugador de fútbol. Para Sadio, la pelota era como su corazón o como su pulmón, era la fuente de su vida, y por ello, decidió irse a escondidas a probar suerte al Génération Foot, ubicado en Dakar; esto es, el niño Mané decidió un día fugarse al otro lado de la ciudad para irse a probar ante los ojos de los inquisidores visores de fútbol. Así, sin tener los botines en las mejores condiciones ni los pantalones adecuados para jugar holgadamente, solicitó permiso para entrar al campo de juego a mostrar sus habilidades. El entrenador a cargo le comentó al niño Sadio que sus botines estaban muy desgastados, por lo que no lo dejaría entrar; no obstante, la insistencia del oriundo de Sédhio le posibilita entrar a jugar, y con ello, le permite maravillar con su talento a todos los visores.
De
esta forma, el mozalbete Sadio inició sus primeros pasos en las andadas
futboleras. Con un paso efímero en las canchas africanas, su llegada inminente
a Europa se concreta con su fichaje al Metz de Francia en el 2011. Así, empaca
sus esperanzas en sus maletas y como en los versos del poeta senegalés, Léopold
Sédar Senghor, en su obra Cantos de Sombra, se lleva un puño de
recuerdos y anhelos de Senegal, pero sobre todo, se lleva en el corazón el amor
al continente africano. De ahí que, al llegar a Francia, decida ponerse como
meta no solo constituirse como un jugador profesional de máximo nivel, sino que
también se fija el rumbo de ser un ejemplo de vida para la infancia de Senegal
y para toda África. Su sencillez se volverá su arma más poderosa para brillar
en un medio de tanta banalidad y derroche.
En efecto, Sadio Mané se convirtió en un titán del fútbol, y en un hombre modesto en la cancha que se juega la vida, día con día. Por ello, sus actuaciones le permitieron rápidamente saltar al cuadro titular del Metz, para luego maravillar con el conjunto austriaco del Red Bull Salzburgo y finalmente recaer en el cuadro inglés del Southampton; en este último, consiguió hacer los tres goles más rápidos en la historia de la Premier League y logró ponerse en el ojo de los grandes clubes ingleses la noche en que le metió una tercia de goles al poderoso Manchester City. Así, a Sadio le gustaba divertirse por las noches en tierras inglesas, marcando goles y corriendo con dribles en el césped, y con ello, evitaba acudir a centros nocturnos o dilapidar su dinero en comprar accesorios lujosos.
Todo
ello, sumado a su dieta estricta y a su nulo consumo de alcohol, le valieron
ser fichado por el Liverpool para la campaña 2016-2017. Sadio Mané, seguro se convenció que fichar por los Reds, equipo que estaba armando el
entrenador alemán Jürgen Klopp, sería una gran decisión. Sumado a ello, sentía
satisfacción de poder mudarse a la ciudad de Liverpool porque conocía que en
aquella latitud inglesa se cuenta con una de las mejores mezquitas en Europa. Más
aún, el poder portar la camiseta del Liverpool lo podría convertir en un
referente no sólo de su país, sino de todo el continente africano.
Y
así fue, en un par de campañas se ganó el corazón de la afición que cada sábado
canta a todo pulmón you will never walk alone. Con goles, con velocidad y con pasión, logró hacer una excelente mancuerna con el egipcio Salah y con el
brasileño Firmino, tridente que aterrorizaba a cualquier línea defensiva
europea y que llevó a los dirigidos por Jürgen Klopp a dos finales consecutivas
en la Champions League, el torneo más importante de fútbol en el Viejo Continente, de las cuales, solo pudieron ganar la final de 2019 ante su rival
londinense, Tottenham Hotspur. Competición en la cual, Sadio brilló con
asistencias y con goles determinantes en las instancias finales para poder alzar
la tan anhelada “Orejona”. Más aún, de la mano de Sadio, el Liverpool pudo por
fin levantar un título de liga, el cual, se les había negado por un par de
décadas.
De
esta forma, con una Champios League y con varios títulos ingleses, Sadio se
convirtió en una estrella mundial, una estrella que dona parte de su abultado
salario a causas nobles para combatir enfermedades venéreas en tierra africana,
también dona su salario para construir escuelas y hospitales en su país. Además de eso, dedica parte de su tiempo asistiendo a eventos de caridad con los niños de su pueblo. No
por nada, hoy la infancia en Senegal quiere emular los pasos de Sadio para
llegar a la cúspide del fútbol. Quién diría que, si Sadio se inspiró en los
gladiadores de la selección de Senegal en el Mundial de 2002, ahora las
generaciones de niños se inspiran en lo hecho por el oriundo de Sédhiou.
Escrito por Alejandro
Olvera
0 comments:
Publicar un comentario