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martes, 23 de febrero de 2021

DAS VOLK: EL CANON DEL FÚTBOL ALEMÁN

La administración de los clubes suele tener cierta irrelevancia en los temas más recurrentes del mundo deportivo. Algunos casos emergen a la luz pública y se vuelven puntos de discusión cuando la situación en concreto trasciende estrictamente el manejo de un equipo de fútbol. Recientemente, la dirección y los proyectos deportivos han tomado notoriedad en los espacios de comunicación y en las charlas de los aficionados, ya que la revolución acaecida en algunos conjuntos del Viejo Continente, que recibieron una fuerte inyección proveniente de grupos empresariales, se ha hecho palpable en el terreno de juego. Podemos hablar de instituciones como el Chelsea o el Manchester City en Inglaterra, el Paris Saint Germain o el Monaco en Francia, el Inter y el Milan en Italia, el Atlético de Madrid en España, por referir algunos ejemplos. ¿Qué tienen en común estos equipos europeos? Todos tienen un rendimiento que sobresale del conjunto de clubes que compiten con ellos en sus respetivas ligas, y en la mayoría de los casos, también tienen protagonismo en los torneos organizados por la UEFA como lo son la Champions y la Europa League. Ante el panorama representado por los equipos de mayor poder económico en el escaparate del fútbol mundial, cabe preguntarse si existe una vertiente distinta que garantice un rendimiento óptimo en el campo de juego. La respuesta la podemos encontrar en la Bundesliga que, si bien pertenece al conjunto de las denominadas 5 grandes ligas, posee una normativa que permite la conducción de los clubes de una forma diferente a la realizada en los equipos que participan en las otras competiciones de la élite del balompié internacional.

La peculiar regla del 50 + 1, también conocida como ley anti-jeques, es una cláusula de regulación que nace a partir de una resolución de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) en octubre de 1998, y que se encuentra contemplada en el artículo 16 de los estatutos del máximo órgano de decisión de la liga germana (DFB). Básicamente, la regla 50 + 1 establece que los clubes pueden participar en la máxima categoría si los mismos son propietarios de la mayoría de los derechos de toma de decisión de la institución deportiva. Esto quiere decir que, los socios del club deben conservar al menos la mitad más uno de los votos en la administración del equipo sin importar los porcentajes de aportación de capital, los cuales pueden repartirse con total libertad a cualquier número o clase de inversores privados. Si dicha condición no se cumple, los cuadros alemanes no pueden obtener la licencia que los habilita para competir en la Bundesliga. El Bayern Munich, vigente campeón de la Champions League, opera bajo la normativa señalada, por lo resulta interesante conocer un poco más sobre el modelo de gestión que organiza el fútbol en dicho país.

Previo a la decisión de la Federación Alemana de Fútbol, los clubes se regían bajo la figura jurídica de las asociaciones civiles, las cuales se caracterizan por ser organizaciones sin fines de lucro. Posterior a la determinación, las escuadras teutonas pasan a transformarse en entidades mercantiles como lo son las sociedades anónimas públicas y privadas, así como las sociedades comanditarias de acciones, por mencionar algunas de las modalidades. La razón principal, de esta modificación en el ambiente administrativo del fútbol de la Bundesliga, se divide en dos partes: por un lado, los directivos y los sectores empresariales buscaron aminorar el hermetismo de los clubes alemanes en cuanto al aspecto económico, ya que su pretensión era agilizar el movimiento de inversiones para competir contra los grandes equipos del fútbol europeo; por el otro, consciente de las particularidades del aficionado común, la Federación Alemana de Fútbol consideró que la mejor forma de proteger su cultura era mediante el resguardo de los derechos de decisión en manos de los socios del club. Desde el punto de vista de varios de los protagonistas de ese tiempo y de la actualidad, el balompié germánico tiene que estar a la par de los grandes torneos domésticos; y eso significa que, el modelo de gestión de los clubes tiene que ser replicado en suelo alemán. Para los dirigentes de la Federación, la mejor decisión, en ese momento, era por optar por un modelo que permitiera mayor financiamiento dentro de los clubes, sin descuidar el folclore que vive, transpira y sufre todos los fines de semana el seguidor en los estadios.

Hoy en día la regla 50 + 1 no goza de total aprobación, principalmente entre quienes se encargan de administrar el fútbol en los clubes. Es por eso que algunos equipos alemanes se han decantado por regirse por la excepción que la Federación Alemana de Fútbol estableció para la propia norma. La eximición radica en que la empresa o persona que haya financiado sustancialmente un club por un período de al menos 20 años ininterrumpidos, puede contar con una participación mayoritaria en la toma de decisiones dentro del equipo; es decir, que puede pasar de tener el 49% de los derechos de voto a cualquier porcentaje superior que le permita manejar hegemónicamente las riendas del cuadro en cuestión. Un caso reciente nos lo da el TSG 1899 Hoffenheim, institución que tenía hasta 2015 como inversionista principal al cofundador de la empresa SAP SE, Dietmar Hopp. En ese año, el empresario alemán disponía del 49% de los derechos de voto del equipo y solicitó la aplicación de la excepción a la regla 50 + 1. Al año siguiente, Hopp pasó de tener poco menos de la mitad de los derechos de control a concentrar el 96% de las facultades concernientes a la administración del Hoffenheim. Dentro de la Bundesliga, otros casos de equipos sujetos al régimen de excepcionalidad son el Bayern Leverkusen y el Wolfsburgo: el primero fundado por trabajadores de la farmacéutica Bayer AG y hoy en día, propiedad de dicha compañía; el segundo formado por empleados del Grupo Volkswagen y hoy en día, propiedad de la empresa automotriz. Mención aparte merece el RB Leipzig, equipo que pertenece a la empresa Red Bull GmbH y que cuenta con 17 socios que poseen la mayoría de los derechos de voto del club, los cuales son empleados de la famosa compañía austríaca de bebidas energizantes.

El episodio de Dietmar Hopp ha avivado recientemente viejas fricciones entre quienes están a favor y quienes están en contra. Personajes como Karl-Heinz Rummenigge, director general del Bayern Munich, o Martin Kind, director general del Hannover 96 se han pronunciado en contra de la norma, alegando que la misma obstaculiza el crecimiento de la liga frente a la Premier League, la Liga Española y la Serie A. Ante la autorización del régimen de excepcionalidad del principal inversor del Hoffenheim, seguidores del Borussia Dortmund y del Mönchengladbach, el Bayern Munich, el Union Berlin, el San Pauli, el Schalke 04 se manifestaron dentro de las canchas con mensajes de repulsa ante el adelgazamiento del rigor de la regla 50 + 1. La afición germánica en general es el gran contrapeso en la contienda por la sobrevivencia o derogación de la denominada ley anti-jeques. Para los partidarios de su conservación, la regulación vigente preserva la cultura alemana del fútbol, la cual consiste en gradas llenas, precios bajos en entradas y en transporte, animación constante y el apego e identidad de los seguidores a sus clubes. Un dato interesante es que la Bundesliga tiene el promedio más alto de asistencia a los estadios en el mundo con cerca de 44,000 personas por partido jugado. Además del estado emocional y del orgullo del fanático, el modelo de gestión instaurado por la regla 50 + 1 favorece el control de deuda, fichajes y salarios; ya que, la toma de decisiones depende en gran medida de los socios del equipo, quienes prefieren un manejo sobrio y equilibrado que privilegie finanzas saludables para la institución deportiva por sobre el fin y la especulación comercial.

Los resultados en el campo de juego del fútbol alemán están a la vista de todos: 2 de los 4 semifinalistas de la última edición de la Champions League fueron conjuntos teutones, uno de ellos terminó consagrándose campeón; en la Europa League, la mayor presencia de equipos en la instancia de los octavos de final fue de clubes germánicos, con la participación de 3 representantes de la liga alemana; el campeón del Mundial pasado, Brasil 2014, fue el combinado Die Mannschaft, escuadra que usualmente nutre su selección con jugadores que se desempeñan en la Bundesliga. Además del éxito deportivo, la competición futbolística en Alemania es un ejemplo internacional de gestiones financieras saludables, ya que es de los pocos torneos del Viejo Continente que no tienen pérdidas colectivas en la totalidad de sus equipos de primera división. Más allá de los anhelos de algunos protagonistas, respecto a mayor crecimiento económico y publicitario, la liga alemana es una lección de actuación deportiva que hace realidad la locución coloquial: todos hacen bien las cosas, todos hacen bien su trabajo. La regla 50 + 1 viene a ser ese muro de contención que resguarda todo lo bello que tiene el fútbol, ante la tormenta millonaria de miles de dólares y de euros vacilantes; aquello, de lo que simplemente el dinero no se puede apropiar.  

 

 

 

            Escrito por Carlos Ríos

 

 

 

 

miércoles, 17 de febrero de 2021

PISO PAREJO EN LAS CANCHAS: COMPETENCIA EN EL CAMPO, NO EN EL BANCO

Hace un año, la UEFA dejó fuera al Manchester City de competiciones europeas por violaciones al Fair Play Financiero, solo para que la resolución del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) le permitiera jugar la Champions League al año siguiente. En un partido entre el Hoffenheim y el Bayern München, los seguidores del Der Bayerische Riese insultaron al dueño del equipo rival, Dietmar Hopp; provocando que en los últimos minutos del juego, los futbolistas de ambas escuadras terminaran el encuentro en actitud pasiva, pasándose la pelota entre ellos como gesto de disconformidad ante la actuación de la afición del Bayern. El común denominador entre estos dos eventos no es más que la búsqueda de una competencia más equilibrada. 

La paridad entre los equipos de fútbol no solamente afecta el desempeño de los propios clubes, sino que también repercute en el espectáculo. Ejemplos del poco o nulo equilibrio de fuerzas entre los miembros de una liga, los podemos encontrar en muchos lugares, incluyendo el Viejo Continente. A muchos no les gusta ver la liga francesa, porque rara vez es una muestra de algo distinto en cuanto al desempeño y la posición de sus clubes en los sitios de la tabla general. Por lo regular, en los últimos años causa mayor sorpresa el saber que el PSG perdió contra algún equipo modesto, que saber que ganó por goleada ante cualquier adversario de la Ligue 1. Parte de la emoción del fútbol es la incertidumbre, el no saber qué va a pasar; es ese grado de sorpresa y asombro lo que llevó a la gente a emocionarse por ver ganar al Leicester City o al Montpellier, en lugar del Manchester City o el Paris Saint Germain.

El fútbol es un producto y, queramos o no, debe ser tratado como tal. Piensen en cualquier servicio o producto con el menor número de proveedores que puedan encontrar (Telcel o ahora CFE). Nadie les puede ganar, y no tienen incentivos en mejorar, porque no se sienten amenazados ante la entrada de nuevos competidores en sus mercados. Cuando este clima de no-competencia se consolida en un área comercial, lo más común es que no se permitan más actores que los ya existentes. Quieras o no, si no hay más, lo vas a consumir, pero cada vez te va a gustar menos y el producto va a empeorar. En el fútbol pasa igual. Si viéramos al Real Madrid jugar en la Tercera División de Panamá (o el país que quieran), tal vez te emocionarías la primera vez, pero después te dejaría de interesar. Es el mismo efecto de ver a Hulk Hogan ganar y ganar y ganar y ganar. El producto es malo porque no participan más actores, es bastante desigual. Lo que sucede en una competencia inequitativa entre las empresas en los otros mercados también sucede con los clubes de fútbol; los equipos poof se van y entonces se cumple el sueño de Miguel Herrera de jugar interescuadras, porque no va a existir conjunto que le puede ganar. 

El acaparamiento de jugadores por los equipos más ricos ha sido la pesadilla de los demás. Por años, este fue el principal argumento que tenían para defender al sistema de transferencias. Las grandes inversiones que han hecho, algunos miembros del club de los millonarios, están cerca de hacer esas pesadillas realidad. Antes de que esto sucediera, el mayor límite contra el acaparamiento de estrellas que existía era el cobro de una cuota de transferencia, incluso por jugadores que no tuvieran contrato vigente con su club. Pero después del caso Bosman, esto prácticamente desapareció y la “agencia libre” entró, y con fuerza, al mercado laboral del fútbol mundial. Recientemente se ha tratado de frenar el desequilibrio que empieza a permear en muchas competiciones, con medidas como las cláusulas de recisión en los contratos de los futbolistas y los topes en la compra de jugadores en los mercados de pases. Algo similar ocurrió tiempo antes en Estados Unidos. La NBA estableció la primera medida antimonopólica en el mundo del deporte que no ha resultado ser ilegal. En 1984, la NBA acuerda con los jugadores el límite salarial, el cual vendría a ser replicado en todas las grandes ligas de Estados Unidos, con sus respectivas particularidades. Incluso la MLS la ha adoptado, con la variante que llaman la Ley Beckham.

Otra medida dentro del fútbol la podemos encontrar en la Bundesliga, donde la lucha por la igualdad ha convulsionado a casi todos los equipos teutones. El problema en el partido entre Hoffenheim y Bayern München se da por la controversial regla “50+1”. En 1998, la Federación Alemana de Fútbol (DFB) establece que, si bien las empresas pueden participar en el capital de los clubes, el control debe permanecer entre los socios, entendiéndose como estos a aquellos aficionados de a pie que compran su membresía año con año. De ahí el 50+1, otorgándoles el control sobre las decisiones del club. Las protestas entre los aficionados surgen ante la búsqueda de ampliar los casos de excepción a la medida impuesta por la DFB, que en principio solo ha beneficiado a multinacionales como Volkswagen y Bayern. Sin embargo, otros casos, como el de Dietmar Hopp con el Hoffenheim, han mostrado la tendencia del sector empresarial por modificar la estructura de los modelos deportivos en los equipos de la Bundesliga. 

Estas son las medidas más conocidas, pero no las únicas, otras que se han implementado son la venta colectiva de derechos televisivos y la repartición equitativa de los beneficios. Todas ellas tienen sus peculiaridades. El debate sobre su necesidad está vigente en las ligas que las incluyen. Las ventajas y desventajas, así como la liga en la que se piensan implementar hacen difícil su aplicación. Sin embargo, en los tiempos en que existen equipos con un poder económico incomparable y con un proyecto deportivo que se basa exclusivamente en comprar, es momento de pensar qué importa más para mantener con vida al deporte.

 

 

 

Escrito por Enrique Macedo y Carlos Ríos

 

 

 

 

martes, 9 de febrero de 2021

EL RACISMO EN EL FÚTBOL ITALIANO

Benvenuti in Italia Africani, Lavatevi! es una de las frases de guerra que suelen utilizar los grupos de animación de algunos equipos italianos, en particular, de los clubes ubicados al norte del país. Si bien es cierto que las expresiones de racismo las podemos encontrar en cualquier terreno futbolero de cualquier parte del mundo, en Italia ocurre una situación un tanto inusual. Es común que los grupos de fanáticos de este deporte estén emparentados con una causa o movimiento social, un partido político, una ideología, etc. También es bastante frecuente en esta clase de seguidores el arraigo y la exaltación de lo propio frente a lo desconocido: los rasgos físicos de la población, las tradiciones y las prácticas recurrentes, las creencias de índole diversa, los valores locales, entre muchas otras cosas. Sin embargo, para el tifosi son muy marcadas las tendencias que nutren su afición al fútbol. En este sentido podemos hablar de las más patentes en las gradas de un estadio: el racismo, la afiliación política y la pertenencia al bloque Norte-Sur del país. El fanático italiano se encuentra en un escenario mítico que antecede las llamas de la ira, la inconsciencia y la violencia; se haya en una encrucijada esperando que el león, la loba, el leopardo o cualquiera de ellos en su conjunto, le susurren al oído los dulces y embriagadores cánticos que inscriben en sus pancartas y banderas.

El emparejamiento entre el amor al fútbol, con cualquier otra afición o simpatía, suele suceder con mucha más frecuencia de lo que solemos pensar. La cuestión aquí es hasta dónde estamos dispuestos a afirmar nuestro mundo frente al mundo de los demás. En los últimos años se ha hecho mucho hincapié, principalmente en los medios de comunicación, de las confrontaciones entre los jugadores de raza negra y las agrupaciones fanáticas italianas. Futbolistas como Romelu Lukaku, Kalidou Koulibaly, Kevin Prince Boateng, Sulley Muntari, Franck Kessié, Dalbert Henrique, Ronaldo Vieira, Moise Kean, Mario Balotelli; entre muchísimos otros jugadores que han sido hostigados en los partidos más recientes del campeonato italiano, son algunos de los ejemplos. Pero más que una confrontación, lo que acontece, en los campos de juego de la Serie A, son actos de rebeldía frente a la opresión que empuja y grita contra el jugador que no reviste los lineamientos apropiados del tifosi. Desgraciadamente, el problema del racismo en Italia no es una secuencia de sucesos desafortunados que se miran en el presente; también en años anteriores podemos observar la ofensiva dirigida a los jugadores de color que defendieron la playera de los conjuntos latinos.

Un caso emblemático ocurrió en un encuentro disputado entre el Treviso y el Genoa en la división de ascenso. Transcurrían las últimas jornadas de la Serie B y la perdida de la categoría del Treviso parecía inevitable, pero a pesar de eso, el técnico de aquel club no dejaba de tener confianza en sus dirigidos. Es con esa seguridad y confianza con la que decide debutar a un juvenil que llevaba 2 años en las divisiones inferiores, su nombre es Akeem Omoladre. Su ingresó al partido se dio en el minuto 68 y, en el mismo instante en que aquel futbolista de origen nigeriano pisaba el terreno de juego, sin más tiempo que perder, los seguidores de su propia escuadra decidieron abandonar las gradas del estadio visitante. Posterior a aquella muestra de racismo por parte de sus seguidores, los dieciocho miembros de la plantilla del Treviso decidieron salir a disputar la última jornada de la Serie B con el rostro maquillado de negro. Las fotografías y reseñas de ese Treviso vs Genoa del 2001 dieron la vuelta por todo el mundo, no solo por lo impopular que este acto resultó para su afición y para algunas regiones de Italia; sino también por las muestras de apoyo y respeto que mucha gente les brindó a los deportistas por aquel acto de solidaridad y grandeza.  Pero, quizá sin saber la trascendencia de su actuación, los jugadores del Treviso marcaron un precedente que hoy en día sigue retumbando en las oficinas de la Federación Italiana de Fútbol, el estadio Olímpico de Roma, el San Siro, el Juventus Stadium, el estadio San Paolo (recién renombrado estadio Diego Armando Maradona) y todos los recintos donde se juega al fútbol en el país con forma de bota. Su mensaje fue claro y contundente: el racismo existe en los sitios donde vivimos y, por ser una forma de degradación del ser humano, debemos de tomarlo en serio, debemos de visibilizarlo y enfrentarlo cara a cara.

Hace unos días se disputaron los cuartos de final de la Copa Italia entre el Inter y el Milán, el Derby della Madonnina, uno de los clásicos más aclamados y seguidos del fútbol mundial. En el primer tiempo del encuentro, la estrella sueca Zlatan Ibrahimović se encaró con el atacante Romelu Lukaku, el primero le dijo al segundo “llama a tu mamá y vete a hacer tus rituales vudús de mierda, pequeño asno”. La disputa verbal no fue percibida por el arbitro del encuentro, pero después las redes sociales captaron y viralizaron el intercambio de comentarios entre los atacantes. Posterior al incidente, Zlatan hizo una declaración pública donde aclaraba que, desde su punto de vista, el racismo no tenía cabida ni en su vida ni en sus actuaciones. El conflicto no pasó a mayores y los participantes fueron suspendidos con un partido de castigo, a pesar de que la Federación Italiana de Fútbol no se pronunció de forma directa sobre la posible interpretación racista de los comentarios hechos por el delantero sueco.

Sin embargo, otros sucesos no tuvieron la misma suerte y podemos rememorar un incidente acaecido al mismo atacante belga, Romelu Lukaku, cuando seguidores del Cagliari entonaron cánticos racistas en su contra. El futbolista del Inter de Milán mostró públicamente su descontento e incomodidad con la hostilidad de los fanáticos rivales, pero en lugar de recibir apoyo por parte de los tifosis nerazzuris, la Curva Nord publicó una carta que rechazaba de racistas los actos de los hinchas del equipo originario de la isla de Cerdeña. En la misiva se le comunicaba al delantero que los cánticos entonados por los aficionados italianos responden más a una cuestión de pugna y competencia deportiva, que a una cuestión de denigración a su persona por el color de su piel. Igual que en el caso vivido en el Derby della Madonnina, la Federación Italiana de Fútbol no se pronunció al respecto sobre el ambiente hostil, con expresiones claramente racistas, que generaron los seguidores del Cagliari contra el ariete belga y contra otros jugadores de color, como Moise Kean o Blaise Matuidi. Un último suceso que quisiéramos mencionar en este artículo es el encuentro disputado entre el Inter de Milán y el Napoli, partido donde el clima comenzó a tornarse un tanto tenso cuando un sector de los seguidores del equipo nerazzuri atacaron con cánticos racistas al defensa senegalés, Kalidou Koulibaly. La efervescencia de los ánimos en el San Siro creció cuando el futbolista del conjunto napolitano perdió la cabeza en una jugada y terminó siendo expulsado del juego. No obstante que los seguidores del cuadro interista lograron su cometido y obtuvieron la victoria por parte de su equipo, esto no les impidió que afuera de San Siro tuvieran una violenta confrontación contra los seguidores napolitanos, la cual dejó el saldo de cuatro personas apuñaladas y una víctima fallecida. 

Lo sucedido con el jugador Akeem Omoladre y sus compañeros, fue un primer paso hacia la búsqueda de una solución al problema del racismo que aqueja al fútbol italiano. Desafortunadamente, uno de los lugares del orbe con mayor prestigio, tanto a nivel liga como a nivel selección, no ha sabido lidiar con el gran conflicto que viven los deportistas connacionales y extranjeros. Según un informe presentado en 2019 por la Asociación Italiana de Futbolistas, el racismo es la primera causa de violencia en Italia, en donde se estima que, de 500 casos suscitados, la discriminación racial provoca aproximadamente el 41% de los sucesos. Las constantes notas informativas y los eventos deportivos recientes nos hacen pensar que el derrotero que permita salir al Calcio del embrollo, aún se encuentra bajo las espesas tinieblas de la selva oscura de la inconsciencia y de la violencia. Mientras las autoridades y los protagonistas no tomen cartas en el asunto, los amantes del fútbol tendremos que seguir presenciando el acoso de los fanáticos hacia los jugadores; también tendremos que seguir viendo nacer el infierno, y ver cómo se desbordan sus inagotables ríos de caos y dolor, cuando escuchemos el poderoso rugido del león, el escalofriante aullido de la loba y el tenebroso ronroneo del leopardo.

 

 

 

                           Escrito por Carlos Ríos

 

 

 

 

viernes, 5 de febrero de 2021

JOSÉ MOURINHO: EL PECULIAR DIRECTOR TÉCNICO QUE LLEGÓ A LA CIMA DEL FÚTBOL MUNDIAL


José Mourinho vio la primera luz de su existencia en Setúbal, Portugal, en el año de 1963. Desde temprana edad su destino se entrecruzó con el fútbol, su padre, un portero del equipo de su ciudad natal, lo llevaba cada fin de semana a los encuentros de la liga de ascenso, no por nada es hincha del célebre Vitória Setúbal. Más aún, era común que su padre lo llevara a los entrenamientos de la semana, todo ello, con el permiso de la estricta maestra Maria Júlia Carrajola dos Santos, madre de José Mourinho.

Así, desde sus años de mocedades, José Mourinho se inclinó por el ruedo de la pelota en el césped, el niño que se iba convirtiendo en adulto decidió abandonar sin tapujos su licenciatura en Administración para inclinarse por la licenciatura en Educación Física. Todo esto con la firme intención de tener una herramienta mínima para poder sumarse como asistente al cuerpo técnico que encabezaba su padre al dirigir el equipo Rio Ave, equipo que logró su ascenso a primera división de la liga portuguesa y llegó a una final de Copa de la mano de los Mourinho.

De este modo, el joven José Mourinho, desde la dirección técnica, socavaba esa frustración producto de su impedimento de llegar a ser jugador profesional. En efecto, su pasión por el fútbol era alimentada por el deseo de saber más sobre estrategia y formación de escuadras, con la finalidad de apaciguar ese fuego que le privó de debutar en un equipo del máximo circuito de Portugal, limitación causada por sus malas condiciones técnicas con el balón en los botines. De tal forma que, esta inquietud lo llevó a completar su curso como director técnico, el cual se encuentra avalado por la UEFA.

Al tener su título como técnico profesional, tuvo la oportunidad de acompañar al legendario Bobby Robson como su asistente y traductor por la dirección técnica del Sporting de Lisboa y del Oporto, dos de los grandes protagonistas de la liga portuguesa. Asimismo, emigró junto con él al fútbol español para recaer en el Barcelona, equipo que le permitió conocer el ambiente de uno de los clubes de máximo calado a nivel mundial, también le posibilitó desarrollar una de sus mejores habilidades: la de estudiar y escrudiñar al rival. Así, dicha capacidad le permitió asentarse en la ciudad de Cataluña, a pesar de la partida de su mentor Robson de la dirección técnica del equipo culé.

Un José Mourinho, empeñado en poder pasar de segundo entrenador a ser el director titular del Barcelona, trabajó inalcanzablemente para llegar a serlo. Sin embargo, la directiva del club blaugrana consideró que el estratega lusitano no cumplía las expectativas para ocupar el puesto porque su filosofía de juego no cuadrada del todo con los valores del equipo. En específico, el pecado de Mourinho fue el de no apostar por los diamantes en bruto de la cantera, ni defender un estilo con el mayor tiempo de posesión de pelota. Para el portugués, lo relevante era contar con jugadores que provinieran de distintas partes del mundo que fueran comprometidos con su entendimiento de juego, el cual consistía en defender cada pelota y formar todos una amalgama perfecta para ser una defensa impenetrable. 

De ahí que, al negarse el ascenso esperado a la dirección técnica del Barcelona, decide partir de la ciudad de Cataluña para regresar a su tierra natal. Con un aprendizaje acumulado, pero también lleno de rencores, Mourinho asume que Barcelona fue una experiencia agridulce que lo marcará para toda la vida y que aún más, lo llevará a radicalizar más su entendimiento del fútbol. Entendimiento del balón que convenció a los directivos del Oporto para ficharlo como su timonel para poner orden a ese equipo irregular, fichaje que respondió a las ansias y deseos de regresar a dicho club al círculo selecto de Europa que conquista la Liga de Campeones.

Una expectativa que José Mourinho cumplió con creces, pues con una plantilla modesta, pero comprometida con su filosofía de juego, llegó a la cúspide del fútbol mundial. En el 2004, los dirigidos por Mourinho ganaron la Liga de Campeones derrotando al Mónaco, con tres goles contundentes que sellaron no sólo el campeonato más importante de Europa, sino que también pusieron al técnico portugués como uno de los entrenadores más cotizados y solicitados para dirigir a los mejores clubes del viejo continente.

Asimismo, Mou se ganó la fama de ser un entrenador amante del orden táctico de sus equipos y un fiel creyente de que la psicología del jugador es mucho más importante que el aspecto físico. No por nada sus pupilos mencionaron que los discursos que Mourinho dictaba, antes de entrar al terreno de juego, eran versos similares a los pronunciados por los grandes oradores de la antigua Roma, los cuales podían hacer vibrar y motivar a cualquier clase de público. Del mismo modo, su éxito radicó en lograr que jugadores modestos tuvieran la confianza para realizar grandes cosas y competir frente a futbolistas con mayor renombre.

Este método le valió de nueva cuenta para alzarse con una nueva Liga de Campeones con el Inter de Milán, equipo italiano con el que ganó absolutamente todos los títulos posibles, así como también se ganó el mote de SPECIAL ONE. Un apodo derivado de su triunfo futbolístico en distintas latitudes, de su visión de juego y su reluciente arrogancia para dirigir clubes, un apodo que lo exaltó a las nubes y que en años subsecuentes, lo alejó de sus dotes de juego y lo acercó más a las polémicas que cimentaba en las ruedas de prensa con los medios de comunicación.

De tal camino que, el Real Madrid, con la necesidad de frenar al Barcelona que apabullaba en cualquier cancha bajo las órdenes de Guardiola y bajo el gran mariscal que representaba Messi, decide contratar al consagrado Mourinho. Una apuesta más por urgencia que por cuestión de estilo de juego. El conjunto merengue decide apostar por el técnico portugués, el cual, acepta la propuesta de dirigir a los madrileños con la finalidad de cobrarse viejos rencores con el equipo de Barcelona. ¡Qué oportunidad perfecta para cobrar venganza se le presento al timonel portugués!

Y así fue, con un estilo de juego defensivo, induciendo a sus pupilos a disputar el partido con mucha agresividad al filo de las tarjetas de expulsión, con trazos largos para aprovechar la velocidad de Cristiano Ronaldo (CR7) y con fuertes declaraciones en prensa sobre las supuestas “ayudas” al Barcelona, José Mourinho logró lo imposible, frenar la maquinaria culé. Es más, los clásicos españoles cobraron tal importancia no sólo por el duelo entre CR7 con Messi, sino también el duelo de tácticas entre Mourinho y Guardiola.

The Special One logró ganar títulos con el Real Madrid y cimentó al equipo que años más tarde ganaría tres Ligas de Campeones seguidas. Sin embargo, su paso por el cuadro blanco durante su segundo y tercer año resultó bastante conflictivo, pues tuvo fuertes tensiones con los pesos pesados del club merengue, entre ellos estuvieron Sergio Ramos, pasando por Iker Casillas y concluyendo con CR7. Fuertes tensiones provocadas por la declaraciones incendiarias de Mourinho a la prensa, en donde en varias ocasiones señaló a los citados como responsables de tropiezos y del bajón futbolístico del equipo, sin asumir una muestra de autocrítica. Actitud que, por demás, rompió la tranquilidad del vestuario de Chamartín.

Sin más, estas tensiones provocaron una relación insostenible en el club, lo que provocó la salida del portugués del banquillo. De esta forma, quedó pavimentado su regreso al futbol inglés. No obstante lo anterior, el portugués no ha vuelto a brillar, y da más de que hablar fuera de la cancha que dentro de ella. Atrás quedaron esos años gloriosos en que Mourinho era la joven promesa que demostraba que, para dirigir clubes de élite mundial, no se necesitaba pisar un césped de futbol, ni ser jugador profesional; sólo necesitaba una fuerte mentalidad, compromiso y mucho estudio analítico detrás de cancha.                                                                                                                                                            



Ante ello, y por todo lo que algún día representó, espero con ansias que Mourinho regrese a su nivel, y que su nombre vuelva a sonar por lo hecho en la cancha y no por lo que declara y hace fuera de ella.

 

 


                    Escrito por Alejandro Olvera





martes, 2 de febrero de 2021

EL BREXIT Y LA NUEVA PREMIER

Después de una discusión de meses, un referéndum muy cerrado, así como la salida de dos Primeros Ministros, el 31 de enero de 2020, el Reino Unido firmó su salida de la Unión Europea (UE) y, con esto, también la del Espacio Económico Europeo (EEE). ¿Y luego? Pues a menos de que omitamos que recientemente hubo una final inglesa de Champions League, no podemos dejar de lado que la salida del Reino Unido de la UE afectará las competiciones y el trato de los jugadores fuera de sus países de origen.

Antes de 1996, en todos los equipos de la ya UE y del EEE, existía la limitación para jugadores extranjeros, entendidos como todos aquellos que no fueran nacionales del país de la liga en cuestión. La regla venía desde la UEFA y era conocida como la “3+2”, permitiendo en un partido que solo se alinearan 3 extranjeros del país de la liga más 2 jugadores asimilados. Esta última clasificación abarcaba a aquellos futbolistas no nacionales que llevaban jugando 5 años en esa liga de manera ininterrumpida, incluyendo 3 años en categorías juniors. Esta limitación incluso volvía a jugadores galeses, escoceses o norirlandeses extranjeros en Inglaterra, como en el 4-0 del Barcelona al Manchester United en 1994, donde 4 de los 5 extranjeros alineados por los “Red Devils” eran de Reino Unido, pero no ingleses.

Entonces, ¿cómo nacen los términos jugadores comunitarios y extracomunitarios? Todo fue gracias a Jean-Marc Bosman, quien cambió el juego desde los tribunales. México mágico no era el único país en donde existía el “Pacto de Caballeros”, de hecho, este es más viejo que el fútbol en México y hasta hace no mucho, era la constante en casi todas las ligas europeas. El RFC Liege exigió al US Dunkirk una compensación por la transferencia temporal de Bosman, aunque él ya no tenía contrato. La transferencia no se dio por culpa del RFC Liege y Bosman demandó. La que parecería una transferencia más, llegó hasta el hoy Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) y por poco termina con el sistema de transferencias. 

Bosman exigió la declaración de que tanto el cobro de transferencias, después de vencer el contrato, como las cláusulas de extranjeros violaban la libre movilidad de los trabajadores en la UE. El Tribunal le dio la razón y señaló que las cláusulas de extranjeros no podían ser aplicadas para los jugadores que fueran nacionales de un país miembro de la UE. Nacen entonces los jugadores comunitarios y no comunitarios, o, para decirlo de otra forma, “porque el Inter-Milán de la semana pasada solo tenía 3 jugadores italianos en cancha y todos, o casi todos, contaban como nacionales”.  

¿Y? Pues el Reino Unido ya no es parte de la UE, ni del EEE (su tratado tenía un artículo de libre movilidad de los trabajadores similar al entonces artículo 48 del Tratado de Roma, de donde se deriva la decisión de Bosman). Los jugadores del Reino Unido ya no son parte de la UE y, por tanto, son “extracomunitarios”. Al mismo tiempo, los jugadores de países de la UE son extranjeros en el Reino Unido. Como bien dice el título, hablaremos de la nueva Premier nacionalizada.

Si alguna vez se acuerdan del “posible fichaje” de Memo Ochoa por el Liverpool, seguro también recuerdan haber escuchado del sistema de puntos para poder ser fichado. Tal vez algunos pensaban que era una mamonería de la FA, incluyéndome, pero no, el sistema de puntos viene desde la Home Office de Inglaterra, el órgano encargado de la inmigración en ese país. El sistema basado en puntos existe desde 2008, pero las limitaciones a jugadores extranjeros ya habían sido establecidas desde 1999 con criterios similares. Todo esto, con el fin de que solo lleguen los deportistas y entrenadores de élite en su máximo nivel que contribuyan de manera significativa al deporte inglés (God Save the Queen suena en el fondo).

Como en todo el mundo, las visas son de diferente tipo, y para los trabajadores existe la muy específica visa para “trabajadores habilidosos”, como los deportistas: pa’ pronto, el sistema es algo complejo. La asociación deportiva autorizada como el órgano de gobierno del deporte de que se trata debe emitir una “aprobación de órgano de gobierno” (GBE en inglés), para que el club emita un “certificado de patrocinio” al jugador que solicita su visa de trabajo. ¡Los abogados de inmigración ingleses deben ganar mucho dinero solo por entender esto! Lo peor de todo es que no solo es de la FA, sino que es de todas las asociaciones deportivas, incluyendo el rugby, ciclismo, equitación y badminton (sí, el del “gallito”, y no es tan fácil como parece).

Pues bueno, este sistema que antes no era aplicable para deportistas de la UE ni del EEE, ahora sí les aplica; como a los mexicanos, argentinos, ghaneses y burkineses. Explicar todo el sistema de puntos es largo, aburrido y complejo, así que solamente diré que tiene que ver con partidos jugados en selecciones, minutos y partidos en su club, liga en la que se desempeña, posición de la tabla de su equipo y su participación en competiciones continentales, hasta juntar 15 puntos. Dos ejemplos funcionarán para ilustrar este sistema:

  Cristiano Ronaldo decide regresar al Manchester United (ojalá). Parece haber jugado 14 de 16 juegos en competiciones oficiales con Portugal, lo que da un 87.5% de apariciones internacionales de acuerdo con todas las definiciones. Al ser Portugal una selección en el top 10 del Ranking FIFA, 87.5% de apariciones internacionales son suficientes para obtener el GBE. Cristiano Ronaldo cumple y puede ser contratado por cualquier equipo inglés.

3.   Christoffer Nyman fue el máximo goleador de la Allvenskan en la temporada 2019/2020, la primera división sueca. Su liga es “Band 6”, incluso teniendo todos los minutos jugados, solo obtiene 2 puntos. No ganó ningún título. Su equipo no alcanzó ni siquiera la ronda clasificatoria de Europa League en esta temporada, por lo que tampoco obtiene puntos continentales; aunado a lo anterior, Nyman no ha sido convocado por la selección sueca desde 2017. Solamente se le entregarán los puntos de calidad de su liga, que por ser “Band 6”, son 2. Su total de puntos es 4, muy lejos de los 15 que pide la FA para expedir el GBE. De no existir el Brexit, este jugador sí podría jugar en Inglaterra como un comunitario.

Para los juveniles existe un sistema doble de puntuación, en el que además de evaluarse a partir de los criterios de los mayores de 21, se contabilizan una serie de puntos a partir de su participación en algunos torneos juveniles o una participación menor en torneos de mayores. La ventaja es que mientras los jugadores con más de 21 años necesariamente deben cumplir con los quince puntos, los juveniles pueden cumplir con una puntuación de 10 a 14 puntos en categorías mayores y una de 15 o más de categoría juvenil y su caso ser sujeto a revisión para la obtención del GBE.

¿Entonces todos los jugadores que estaban antes de que surtiera efectos el Brexit tendrán que solicitar su visa de trabajo y pasar por esto? No, pues todos los jugadores que estuvieron en el Reino Unido antes del 31 de diciembre de 2020 a las 11:00 pm del tiempo local, pueden solicitar un permiso de inmigración que les autoriza su estancia y les confiere el estatus de “establecido” o “pre-establecido”, dependiendo del tiempo que han vivido en el Reino Unido.

Ante esto, solo queda decir que la Premier League no tiene una limitación de extranjeros en sus equipos ni en sus alineaciones. Siempre y cuando el jugador cumpla con los requisitos que se señalan aquí, y obtenga su visa de trabajo para deportista, el equipo es libre de alinearlo.




                      Escrito por Enrique Macedo