Una
final que se juega a tres juegos para decidir quien se corona campeón es un
hecho que no pasa muy a menudo en el fútbol. Tal vez ésta sea una de las
razones por la que la literatura, la poesía para ser exactos, hace mención de
la disputa suscitada hace casi cien años entre la Real Sociedad y el Barcelona.
El 20 de mayo de 1928 se dieron cita ambos clubes en los Campos de Sport El
Sardinero, en Santander, para competir por la Copa del Rey de ese año. Tras
quedar empatado el juego 1-1, se volvió a llevar a cabo otro partido, el 22 de
mayo, que terminó con el mismo marcador; debido a diversas circunstancias, el
encuentro decisivo se aplazó hasta el 29 de junio en la misma cancha,
resultando vencedor el conjunto blaugrana, al marcar tres goles contra uno anotado
por los blanquiazules[1].
El motivo por el cual se llevaron a cabo los tres partidos se debe a que en la competición, que por entonces se llamaba Campeonato de España, no se tenía reglamentado el cobro de penales para resolver los encuentros después de la prórroga. En cuanto a la serie de la final de 1928, el contexto que rodeó al conjunto de juegos de final indica partidos muy apretados, tan ríspidos como para echar abajo el pronóstico de una victoria “normal” de los azulgranas[2]. Como prueba de la violencia que vivieron ambos equipos, podemos mencionar las cuatro expulsiones que acaecieron en la serie total de encuentros de esta edición de la Copa del Rey. Y es precisamente gracias a la violencia del primer juego que surgió la Oda a Platko, del poeta andaluz, Rafael Alberti. Relata el propio Alberti en sus memorias, La arboleda perdida, su presencia en el “brutal partido” de final, haciendo énfasis en el furioso desempeño del conjunto vasco. La lesión del portero blaugrana, Franz Platko, en un duro choque ocurrido en la primera parte contra un atacante confirma el punto de vista del poeta. Pero a pesar del golpe y de los puntos en su cabeza, el cancerbero volvió en la segunda mitad a la cancha para seguir resguardando su portería.
![]() |
El guardameta húngaro Franz Platko |
Reproducimos ahora el poema dedicado al
jugador del Barcelona:
ODA A PLATKO
Ni
el mar, que frente a ti saltaba sin poder defenderte.
Ni
la lluvia. Ni el viento, que era el que más rugía.
Ni
el mar, ni el viento, Platko[3],
rubio
Platko de sangre,
guardameta
en el polvo,
pararrayos.
No
nadie, nadie, nadie.
Camisetas
azules y blancas, sobre el aire.
Camisetas
reales, contrarias, contra ti, volando y arrastrándote.
Platko,
Platko lejano,
rubio
Platko tronchado,
tigre
ardiente en la yerba de otro país.
¡Tú,
llave, Platko, tu llave rota,
llave
áurea caída ante el pórtico áureo!
No
nadie, nadie, nadie,
nadie
se olvida, Platko.
Volvió
su espalda al cielo.
Camisetas
azules y granas flamearon,
apagadas
sin viento.
El
mar, vueltos los ojos,
se
tumbó y nada dijo.
Sangrando
en los ojales,
sangrando
por ti, Platko,
por
ti, sangre de Hungría,
sin
tu sangre, tu impulso, tu parada, tu salto
temieron
las insignias.
No
nadie, Platko, nadie,
nadie
se olvida.
Fue
la vuelta del mar.
Fueron
diez rápidas banderas incendiadas sin freno.
Fue
la vuelta del viento.
La
vuelta al corazón de la esperanza.
Fue
tu vuelta.
Azul
heroico y grana,
mando
el aire en las venas.
Alas,
alas celestes y blancas,
rotas
alas, combatidas, sin plumas,
escalaron
la yerba.
Y
el aire tuvo piernas,
tronco,
brazos, cabeza.
¡Y
todo por ti, Platko,
rubio
Platko de Hungría!
Y
en tu honor, por tu vuelta,
porque
volviste el pulso perdido a la pelea,
en
el arco contrario al viento abrió una brecha.
Nadie,
nadie se olvida.
El
cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan.
Las
insignias.
Las
doradas insignias, flores de los ojales,
cerradas,
por ti abiertas.
No
nadie, nadie, nadie,
nadie
se olvida, Platko.
Ni
el final: tu salida,
oso
rubio de sangre,
desmayada
bandera en hombros por el campo.
¡Oh,
Platko, Platko, Platko
tú,
tan lejos de Hungría!
¿Qué
mar hubiera sido capaz de no llorarte?
Nadie,
nadie se olvida,
no,
nadie, nadie, nadie.
Cualquiera
que lea el poema y desconozca el resultado del juego, puede llegar a pensar que
la exaltación, propia en este tipo de composiciones, se debe a que el Barcelona
terminó anotando y ganando el partido gracias a la vuelta de su guardameta
maltrecho que impulsó con su regreso al equipo. Sin embargo, eso no fue lo que
sucedió en la cancha y, como varios autores del tema han notado, persiste la duda
sobre los hechos que contiene la Oda a Platko. Al abordar el asunto, podemos
sugerir al menos dos formas válidas de entender lo que canta Alberti en su
poema: la primera se decanta a que tanto el gol posterior de la Real Sociedad
como el empate definitivo del encuentro son válidamente omitidos por Alberti,
ya que su inclusión opacaría en cierto modo las cualidades que el poeta destaca
del portero húngaro; la segunda sugiere que el escritor no tenía un
conocimiento claro de lo que sucedió durante el partido y pudo llegar a pensar
que el juego terminó con una victoria del conjunto catalán.
En
la primera opción se puede esgrimir la fecha de publicación del poema, 27 de
mayo de 1928, por lo que se habría jugado antes la segunda final, y pudiendo
saber esto el poeta, decidió omitir los hechos del empate para ensalzar la
actuación de Platko y, en última instancia, su idea de la literatura pudo
consistir en que la misma no es un registro de lo que acontece en la realidad. La
segunda opción se puede apoyar en lo dicho por el propio Alberti en sus
referidas memorias: “Mas, cuando ya el partido estaba tocando a su fin,
apareció Platko de nuevo vendada la cabeza, fuerte y hermoso decidido a dejarse
matar. La reacción del Barcelona fue instantánea. A los pocos segundos, el gol
de la victoria penetró por el arco del Real, que abandonó la cancha entre la ira
de muchos y los desilusionados aplausos de sus partidarios”. Sea cual sea la opinión
que el lector tenga del contenido de la composición, la omisión de
ciertos hechos puede resultarle válida, pero para un aficionado y también poeta puede resultar inadmisible. En este contexto se escribe la respuesta de
Gabriel Celaya, refiriéndose a la serie de partidos en su Contraoda del
poeta de la Real Sociedad.
Escribe
Gabriel Celaya, quien también adujo estar en la cancha ese 20 de mayo de 1928:
CONTRAODA DEL POETA DE
LA REAL SOCIEDAD
Recuerdo
que de niño, socio de la Real,
desde
la grada Norte, les veía jugar.
Y
siempre con apuros contra la Real Unión.
¡René
Petit[4], Patricio[5], Gamborena[6], Emery[7]!
Nunca
había manera de meterles gol.
Ni
Yurrita[8], ni Jauregui[9] podían conseguirlo.
Ni
Izaguirre[10]
y Arrate[11]
defendernos al fin.
Y
recuerdo también nuestra triple derrota
en
aquellos partidos frente al Barcelona
que
si nos ganó, no fue gracias a Platko
sino
por diez penaltis claros que nos robaron.
Camisolas
azules y blancas volaban
al
aire, felices, como pájaros libres,
asaltaban
la meta defendida con furia
y
nada pudo entonces toda la inteligencia
y
el despliegue de los donostiarras
que
luchaban entonces contra la rabia ciega
y
el barro, y las patadas, y un árbitro comprado.
Todos
lo recordamos y quizás más que tú,
mi
querido Alberti, lo recuerdo yo,
porque
yo estaba allí, porque vi lo que vi,
lo
que tú has olvidado, pero nosotros siempre
recordamos:
ganamos. En buena ley, ganamos
y
hay algo que no cambian los falsos resultados.
La
lectura de la contraoda está fechada el 25 de agosto de 1984 en un festejo de
la Real Sociedad[12].
En dicha reunión, Gabriel Celaya declamó su composición, rememorando sus años de
juventud y la final que su equipo disputó en contra del Barcelona. Si bien como
lectores podemos especular sobre las consideraciones de Rafael Alberti al momento de escribir su oda, es evidente que al autor vasco no le agradó* la omisión
de ciertos acontecimientos, como “los diez penaltis claros que nos robaron”.
Pero a pesar de las discrepancias, latentes en su poesía, eso no implicó una
mella en la convivencia que ambos escritores tuvieron, como se puede apreciar
en una reunión del 12 de junio de 1986 en la Residencia de Estudiantes[13], lo cual puede interpretarse
como un gesto de que el enfrentamiento, ya sea en el papel o en la cancha, se vive en
momentos y lugares específicos, pero que, una vez que concluyen, la vida continúa sin las ataduras implícitas que trae consigo la rivalidad.
Escrito por Carlos Ríos
[1] Sport: https://www.sport.es/es/noticias/barca/demorada-final-copa-1928-7916756
[2] Mundo Deportivo: http://hemeroteca.mundodeportivo.com/preview/1928/05/21/pagina-1/1391588/pdf.html
[3]
Franz Platko fue un portero y entrenador húngaro que tuvo sus mejores años como
jugador en el Barcelona durante los años 20´s, club en el cual fue multicampeón
del Campeonato de Cataluña de fútbol y de la Copa del Rey. Como técnico fue un
trotamundos que dirigió a distintos clubes como River Plate, Colo-Colo,
Barcelona, Boca Juniors, Basilea, Real Valladolid, las selecciones de los
Estados Unidos y Chile, entre otros.
[4]
René Petit fue un mediocampista franco-español que jugó en la década de los
10’s en el Real Madrid y en el Real Unión, club en el cual tuvo una segunda
etapa en la que ganó tres Copas del Rey. Es considerado como la primera estrella madridista por su exquisita técnica que desplegó en el campo.
[5]
Patricio Arabolaza fue un delantero español que jugó toda su carrera en el Real
Unión, equipo en el cual ganó dos Copas del Rey y cuatro torneos regionales.
Fue medallista con la selección española en los JO 1920.
[6]
Francisco Gamborena fue un mediocampista y entrenador español que jugó toda su
carrera en el Real Unión, conjunto con el cual consiguió dos Copas del Rey en
la década de los 20’s.
[7] Antonio
Emery fue un portero español que realizó toda su trayectoria en el Real Unión, alzando
dos Copas del Rey en los años 20’s.
[8]
Mariano Yurrita fue un delantero español que jugó durante los años 20´s en el
Corinthians de San Sebastián, la Real Sociedad y el Español. Con los blanquiazules
conquistó dos campeonatos regionales.
[9] Posiblemente
Celaya se refiere a Antonio Juantegui, mediocampista español que debutó con
la Real Sociedad en los años 20’s, mismos en los que consiguió levantar dos campeonatos regionales.
[10] Al no coincidir los tiempos de juego entre Arrate y Jesús Izaguirre, Celaya posiblemente se refiera a Agustín Eizaguirre, portero español que realizó toda su trayectoria en la Real Sociedad, ganando tres campeonatos regionales entre 1912 y 1925.
[11]
Mariano Arrate fue un defensa español que jugó en clubes poco conocidos del
País Vasco hasta que llegó a la Real Sociedad en 1911. Con los blanquiazules
ganó dos campeonatos regionales, con la selección española fue medallista de
plata en los JO 1920.
[12] Insula europea: https://www.insulaeuropea.eu/2019/12/31/lo-epico-y-lo-lirico-mezclado-futbol-y-poesia-de-la-generacion-del-27-di-roberta-alviti/
[13] El País: https://elpais.com/diario/2006/06/13/cultura/1150149604_740215.html
*Desazón expresada, así lo entendemos, en términos lúdicos. Interpretamos que los hechos contenidos en la contraoda son una reconstrucción literaria, como posiblemente aconteció en la oda de Alberti.
0 comments:
Publicar un comentario