Entonces, llega el minuto 90. Ya casi sin piernas, Luis recibe un pase delante de media cancha, pegado a la banda a media altura. Al momento de recibir el balón hace una recepción orientada al centro y conduce en diagonal. Luis busca cambiar de dirección hacia la banda, pero el equipo contrario lo orienta al centro. Así que Luis sigue con la conducción y pasa al primer contención, al segundo contención y posteriormente a un defensa central hasta llegar a la media luna del área grande. Sin embargo, al momento de estar frente al líbero se percata que no le queda otra opción más que pegarle con la de palo...
Muchas veces creemos que un
partido de fútbol comienza con el pitido del árbitro y finaliza después de los
90 minutos reglamentarios más tiempo añadido. En cambio, este partido inició
hace seis meses para Luis, probablemente uno de sus momentos más tristes. Todo
comenzó cuando su equipo, el Atlético Coapa, venció en un partido de liga de la
cuarta división profesional al Pachuca Taxco. Al finalizar dicho encuentro,
llegaron directivos con la indumentaria del club, solicitando a los jóvenes de quince
años, incluyendo a Luis, que se sentaran en círculo para darles una emocionante
noticia.
Resulta que cada año, en
verano, se organizan distintos torneos en Europa, como la Gothia Cup, donde
participan clubes de fútbol de todo el mundo. En este sentido, estos
directivos, liderados por Emilio, cada año hacían visorias de las distintas
escuelitas de Atlético Coapa para llevarse a los mejores jugadores a competir a
dichos torneos.
A partir de ese día, durante seis largos meses, todos los fines de semana se juntaba un batallón de jóvenes para mostrar sus aptitudes y ganarse un puesto dentro de los veintitrés que iban a viajar. Luis estuvo en cada una de esas visorias con el sueño no solo de jugar fútbol en suelo europeo, sino de viajar por primera vez fuera del país. De esta manera, luego de jugar su partido de liga correspondiente cada fin de semana con el Atlético Coapa, Luis tenía que reportar a las visorias y darlo todo a pesar de la fatiga, los golpes y los calambres del partido previo. Fueron muchos fines de presión, de angustia y de cansancio, pero cuando uno tiene un sueño, no hay obstáculo que lo pare.
A un mes del viaje, ya solo
quedaban veintitrés jóvenes entrenando en las visorias, donde si bien no le
habían asegurado a Luis que viajaría, ya era prácticamente un hecho, por lo que
convenció a su mamá que pidiera un préstamo bancario para pagar el viaje y
habló con su papá, después de no hacerlo en cuatro años, para obtener su
pasaporte.
Cuando todo parecía que Luis
soñaba con los ojos abiertos, vino el golpe de realidad. Le comentaron a él y a
otros cuatro jóvenes que no estaba asegurado su lugar, pero que siguieran yendo
a las visorias. A pesar de ser titular en el once, Luis aceptó dichos
comentarios y siguió entrenando con la misma intensidad. Pasó el tiempo y nunca
le comentaron a Luis si iba a ir o no al viaje, hasta que una semana previa vio
al equipo con cinco miembros que nunca habían ido a la visorias, y en el caso de uno de
ellos, amigo suyo además, su abuelo era uno de los socios del club. Fue entonces cuando lo entendió
todo, se quedó fuera del viaje por recomendados, por personas que nunca se
probaron ni hicieron el esfuerzo que él hizo esos seis meses.
Luis, después de un verano de mucha tristeza y decepción, regresó a los entrenamientos de Atlético Coapa con el único objetivo de algún día ser futbolista profesional. Fueron pasando las semanas y su equipo fue avanzando en el torneo de liga de la cuarta división profesional. De esta forma, quedaron en primer lugar y ahora tocaba enfrentar la liguilla contra el octavo mejor. Fue aquí cuando Luis sintió que el cuerpo se le estremecía y le hervía la sangre, pues el equipo al que enfrentaban, Cruz Azul Santa Fe, era comandado por Emilio, aquel directivo que había organizado el viaje y que lo había dejado fuera por recomendados.
Fue entonces cuando llegó el día del partido y, al dar el once titular, a Luis le tocó esperar en el banquillo por un tema táctico, o eso argumentó el entrenador. Inició el partido con muchas ocasiones claras de gol para el Atlético Coapa, pero en un contragolpe, al minuto veintiséis, anota el equipo rival. 0-1 al medio tiempo. En los vestidores, el entrenador le dice a Luis que caliente, que va a entrar y, entendiendo el contexto del partido, le dice que quiere que “se coma” al equipo rival.
Inicia el segundo tiempo y con
esto la entrada de Luis al partido. Empiezan a llegar jugadas de peligro por el
costado de Luis, que juega de extremo derecho, pero desafortunadamente agarran
mal parado a su equipo y en otro contragolpe les meten el segundo gol. Posteriormente,
si de por sí las cosas no pudieran ir peor, a los cinco minutos le expulsan a
Atlético Coapa un jugador que pierde la cabeza y patea al rival sin razón.
Sigue el partido y en un centro a la olla derrumban a Mario en el área chica, gran amigo de Luis, y marca penal el árbitro. Es cobrado por el mismo Mario y las cosas se ponen 1-2. Siguiente jugada, mandan un balón largo al espacio entre el central y el lateral izquierdo que es aprovechado por Luis, recibe el balón y manda diagonal matona que es rematada por Joshua y a cobrar. Empatado el partido, con uno menos y viniendo con desventaja de dos goles.
Entonces, llega el minuto 90.
Ya casi sin piernas, Luis recibe un pase delante de media cancha, pegado a la
banda a media altura. Al momento de recibir el balón hace una recepción
orientada al centro y conduce en diagonal. Luis busca cambiar de dirección hacia
la banda, pero el equipo contrario lo orienta al centro. Así que Luis sigue con
la conducción y pasa al primer contención, al segundo contención y
posteriormente a un defensa central hasta llegar a la media luna del área
grande. Sin embargo, al momento de estar frente al líbero se percata que no le
queda otra opción más que pegarle con la de palo. No lo duda dos veces y patea,
haciendo que de forma violenta el balón rebote contra el travesaño del arco y al momento de botar en el piso, este, afortunadamente, rebota dentro
de la portería. 3-2, y con ello, la locura total. Luis corre a toda velocidad a
abrazar a sus compañeros en la banca, con tanta emoción que no contiene las
lágrimas porque tuvo su revancha, porque en el último suspiro del partido le
ganó la partida a quien lo desechó de aquel viaje por abrazar la corrupción y
la injusticia. Porque le demostró a Emilio, a sus compañeros, a su entrenador y
a todos los espectadores, de lo que estaba hecho, de la importancia de no rendirse
y, como dice el gran Marcelo Bielsa “acepten la injusticia, traguen veneno, que
al final, todo se empareja”.
Terminaron aquellos cuartos de
final, el Atlético Coapa siguió avanzando en el torneo hasta levantar la copa
de campeón. Tras muchos años de seguir jugando, Luis no pudo lograr su objetivo
de ser futbolista, pero cada que duda de sí mismo o siente tristeza, se acuerda
de aquella historia, cierra los ojos y recuerda la libertad que significó aquel
gol.
Escrito por Bernardo Romo
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