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martes, 14 de diciembre de 2021

¿TÁCTICA O CORAZÓN?

El fútbol es para suerte de los que lo seguimos de cerca, a veces, impredecible. Es fundamental entender que la naturaleza de nuestro deporte es un juego en conjunto, pero que a su vez se puede resolver por individualidades. De esquemas, movimientos, estilos de juego, todo –o casi todo– se ha dicho. Pero no importa cuánto se diga y se haga, siempre existirá la pregunta: ¿vale más la táctica o el corazón a la hora de jugar? 

La historia del fútbol mundial parece ser un paralelismo de la historia universal entre América y Europa. El proceso de colonización que vivió el continente americano llevó consigo un complejo sistema de jerarquías que fluctuaba entre países, pero mantenía una esencia en las sociedades colonizadas: una falsa idea de superioridad moral europea acuñada al proceso de destrucción cultural por el que fue sometido el pueblo americano.

De manera similar, se ha buscado establecer el cómo se juega al fútbol mundial siempre dependiendo de las vistas e ideas de la sociedad europea sobre la americana. Con una clara diferenciación entre los estilos de juego europeos frente a los latinoamericanos (sudamericanos, hay que decirlo), no podemos decir que hay un claro dominio entre un estilo de juego sobre el otro: sí, la táctica europea ha sido más ganadora, pero la garra sudamericana ha hecho latir el corazón del fútbol. 

 

Europa presentaba (¿o presenta?) a sus jugadores con clase, técnica encaminada hacia la labor colectiva. Sudamérica era representada por jugadores, por individualidades, fuertes y entrones. Los estilos, por lo tanto, se movían entre lo colectivo vs lo individual, el accionar del equipo vs el esfuerzo individual. Un antagonismo que hoy sigue vivo, con sus claras excepciones.

Hasta hace poco tuve la oportunidad de leer una carta que un padre le enviaba a su hijo, por allá de 1950, en el contexto del mundial de Brasil. Fechada el 14 de julio del 50 en Río de Janeiro, el padre emocionado comienza explicando como Brasil, en figura localista, fue apabullante contra España. Esa semifinal terminó 6-1 a favor de Brasil aún y con la expulsión de su lateral, Bigode, en el primer minuto del partido.

El padre continúa – de manera categórica– diciendo que el fútbol europeo se había terminado: que todos los principios de táctica, marca y esquemas defensivos, servían de nada para neutralizar a los sudamericanos. Sólo faltaba ver cómo terminaría la otra semifinal: Uruguay vs Suecia. Quedaba en los hombros del paisito demostrar que el fútbol sudamericano sería el último clavo en el ataúd del fútbol europeo, con tácticas que se diseñaron para neutralizar la garra, el corazón y la estirpe de lucha de los históricos cuadros del sur.

 

La carta termina con un ¡VIVA BOCA!, pero la historia terminó con un Maracaná de récord, con 200 mil espectadores, viviendo una de las tardes más malditas del futbol: el maracanazo. Una época donde el fútbol sudamericano dominó, algo muy distinto a lo que hoy se vive en el universo del fútbol: de los últimos 40 años (diez mundiales), siete se repartieron entre europeos y tres entre americanos (dos para Brasil y uno para Argentina). Lo que no se ganaba en la cancha, se ganó con reglas para buscar equilibrar el juego.

Por supuesto que el fútbol ha cambiado desde entonces, imagínense que incluso Barbosa – el arquero de Brasil en 1950 y el maracanazo – jugaba sin guantes y en su palmarés tiene seis dedos y tres costillas rotas. Los cambios en el fútbol han existido, agregando reglas, tácticas, funciones y hasta posiciones. Pero la pregunta de si la táctica es más relevante a la hora de ganar que el corazón, siempre existirá en el fútbol mundial.

La política de contacto en el fútbol se ha buscado disminuir a cero, imposible lograrlo, pero sí ha cambiado este bello deporte. Recuerdo frases de mi abuelo diciendo que los jugadores que rendían menos en el campo de juego eran mandados a jugar rugby porque el contacto ya lo conocían. Algo inverosímil hoy en día.

El fútbol moderno transmutó a un estilo de juego donde seguir instrucciones y tácticas personalizadas con cada jugador era necesario para alcanzar planes conjuntos: el individuo sólo era una pieza del conjunto. La probabilidad de ganar partidos es muy superior cuando se presentan planes conjuntos, pues el fútbol es por naturaleza un juego de once contra once. Pero con todo y eso, a veces los Dioses del fútbol le sonríen a los que más corazón le meten, aunque pierdan en el plano esquemático y táctico, aún y en nuestro nuevo fútbol.

Ejemplos este año hemos tenido varios, quizás el más impresionante habrá sido en la Champions League con un Sheriff que magulló a los merengues en su propio estadio, con un 76% de posesión del balón y once tiros a puerta. La táctica, pues, llevó a dominar todas las estadísticas, el volumen de juego y los acercamientos a la puerta del Sheriff, pero fue el corazón de los transnitrios lo que llevó a aguantar estoicamente los embates y ganar el juego. Ese grupo, pese a contar con la victoria en territorio blanco, se cerró con el Sheriff fuera.

La táctica siempre deberá ser la piedra angular de los equipos, poder sostener un estilo de juego que lleve a los jugadores a maximizar sus capacidades y, así, lograr ganar los partidos. La frialdad de la táctica rara vez está acompañada con el furor de la entrega, por ello resulta tan complejo contar con técnicos que recurran a la táctica sin dejar de lado el empuje. Y es que es claro, un técnico que busca consolidar el funcionamiento colectivo, requiere de jugadores enajenados en sus labores tácticas y que no canalicen sus capacidades en el derroche físico o en individualidades.

Esquemas tácticos donde existan individualidades, por supuesto que hay. El falso 9 que permite a un jugador flotar libremente en los bordes del área; la línea de 5 que requiere de un contención libre; el 4-4-2 con dos mediocampistas similares que dependan de sus arreglos in situ; o incluso el 4-3-3 que revolucionó el fútbol de los 70’s con la naranja mecánica, sus cambios de parados tácticos y su escuadra fluctuante gracias al pressing.

Pero más allá de todo esto, el fútbol resulta ser impredecible en ocasiones, sobre todo cuando los jugadores están capacitados para lograr cambiar el resultado con garra, esfuerzo y corazón. La esencia del fútbol, pues, recae en la incertidumbre. Esta la da el corazón y la táctica nos muestra el cómo se juega.

¿Táctica o corazón? Los resultados me hacen decir que táctica, el fútbol actual no se puede pensar sin ella. El roll del entrenador se ha vuelto fundamental en torno a proyectos ganadores. Pero pensar en un fútbol donde el corazón de un grupo, latiendo y pensando en superar adversidades ante un embate constante de los unos contra los otros, es sin duda lo que mueve al fútbol. Los partidos en donde ocurre esto son históricos, encuentros donde David puede vencer a Goliat. Juegos donde lo táctico es la arena de batalla y que nos brinda casi siempre enormes partidos: esta es la esencia del deporte.                                                                                             

 

 

 

            Escrito por Juan Sanz

 

 

 

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