Cuando
le preguntaron al brillante escritor francés, Albert Camus, cuáles eran los
sitios en donde se sentía más a gusto, no dudo en decir que sus sitios
favoritos eran “los partidos del domingo en un estadio repleto de gente y el
teatro”. En efecto, el autor de las novelas “El extranjero” y "la Peste”
disfrutaba de asistir a los recintos deportivos para ver jugar a veintidós
jugadores detrás de la pelota. No por nada, era un hincha ferviente que cada
fin de semana buscaba saciar aquellas frustradas ansias juveniles de querer
convertirse en futbolista profesional.
Si
el Premio Nobel de Literatura de 1957 hubiera tenido una salud más formidable,
y menos talento en las letras, su profesión se hubiera desarrollado en las
canchas de fútbol. Su pasión por este deporte y su mente privilegiada, le permitieron a Camus ver al campo de juego como un semillero de ricas
experiencias que consigue formar a las personas en su moral y en el apego a sus
obligaciones. Así es, de sus vivencias como jugador amateur, así como de sus
profundos razonamientos, el oriundo de la Argelia francesa sentenciaba que el
fútbol provocaba valores y experiencias que alimentaban a las personas que lo rodeaban.
El fútbol tenía esa mística de cimentar en el alma de las personas los valores
y principios más nobles.
Así, siguiendo el razonamiento de Camus, el también francés Henri Delaunay aspiraba a convertir al fútbol en una herramienta de cimentación de valores comunes en toda Europa. El presidente de la Federación Francesa de Fútbol creía, al igual que Camus, que el fútbol no solo podría convertirse en un mecanismo para alimentar valores internos de las personas, sino también creía que podría convertirse en un vehículo para que el Viejo Continente tuviera un objeto en común, una cosa que lo uniera y que fomentara una idea compartida. Así, el francés Delaunay impulsó los primeros intentos para que se disputara un campeonato jugado solo por los países europeos.
En
efecto, Henri Delaunay quería emular a la Copa América que se jugaba desde
1916, y que resultó ser un torneo cohesionador de toda la región sur de
América. Sin embargo, con lo que no contaba el impulsor francés, era que Europa
se acercaba al conflicto bélico que provocaron los nazis alemanes, con lo cual,
su visión de jugar un torneo regional europeo se quedaría en una idea meramente
abstracta. Sin embargo, el hijo de Henri, Pierre Delaunay, fue el rescatador e
impulsor de la idea de su padre, una idea que ya también despertaba simpatías
entre las federaciones de fútbol de los países europeos. Así que, la luz de este proyecto vio su
culminación en la primera edición del torneo europeo de selecciones en el año
de 1960, torneo al que sencillamente bautizaron con el nombre de EUROCOPA.
De
tal forma que, a partir de ese momento, cada cuatro años las selecciones europeas
se reúnen y se organizan para definir quién es el mejor equipo europeo de fútbol.
Es cierto que, con el paso del tiempo, este torneo ha sufrido bastantes
cambios, desde saber el número de participantes en el mismo, así como la
definición de los juegos clasificatorios que permiten solo a unos cuantos jugar
la Eurocopa.
Sin embargo, desde su concepción nos ha brindado muchas anécdotas que solo el fútbol puede ofrecer, temas que van desde la relación con la geopolítica, con el surgimiento de rivalidades, el nacimiento y consolidación de grandes jugadores, entre otras muchas y variadas historias. Como olvidar, cuando en la Eurocopa de 1960, el dictador Francisco Franco prohibió a la selección española viajar a la URSS para disputar la eliminatoria de cuartos de final, lo que trajo como consecuencia que la selección soviética pasara automáticamente a la siguiente fase. Asimismo, en la Eurocopa de 1964, el mismo dictador Franco les prohibió a los jugadores de la selección de España perder ante el combinado soviético, pues de lo contrario habría fuertes sanciones para el conjunto ibérico.
También,
pocos saben que el famoso cobro de los penaltis al “estilo Panenka” tuvo su
nacimiento en la final de la Eurocopa de 1976 entre Checoslovaquia y la
Republica Federal de Alemania, penalti que fue el decisivo para que los eslavos
levantaran el trofeo continental. De igual forma, fue en una Eurocopa en donde
se instauró por primera vez el famoso “gol de oro”, el cual consistía, en que
el ganador sería aquel que marcase el primer gol fuera de los noventa minutos
del partido reglamentario, regla que, por cierto, permitió a Alemania ganar la final y el trofeo europeo frente a la República Checa en 1996.
Del
mismo modo, la Eurocopa ha sido el torneo en el cual se han consolidado grandes
figuras del balompié mundial como el francés Platini, el alemán Müller, el
holandés Van Basten, entre otros grandes deportistas. El Premio Nobel de
Literatura, Albert Camus, hubiera sido el más feliz al poder ver jugar a magníficos jugadores, personajes que hubieran provocado la misma magia en la imaginación de las
personas como los personajes del tan célebre escritor francés, sin embargo, un
trágico accidente automovilístico le arrebató el aliento al novelista y filósofo a
inicios del año de 1960, por lo que, ya no pudo ver la inauguración del primer
torneo de selecciones de Europa que dio inició ese mismo año, pero en el mes de
junio.
A pesar de ello, la Eurocopa aspira a ser eso que Camus tanto pregonaba, ser un medio para moralizar a las personas, ser un medio para moralizar al continente europeo. No sé si la Eurocopa cumple ese rol, lo que sí tengo claro es que el fútbol es “una metáfora de la vida” como sostenía el también filósofo francés, Jean Paul Sartre, pues las batallas futboleras que se dan en el campo europeo, muchas veces son el reflejo de las luchas reales que hay entre los países de dicha región. La Eurocopa suele ser un escenario fiel de lo que sucede día a día en el Viejo Continente.
Por ello, esperamos que esta próxima edición de la Europa que se avecina este verano no sea la excepción.
Escrito por Alejandro Olvera
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