El seis de mayo del presente año, la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE) anunció que
iniciaría un proceso contra “agentes económicos” del fútbol por su colusión en
el mercado de fichajes del balompié mexicano. Esto quiere decir que la
autoridad tiene indicios de que algunos participantes del mercado de transferencias (equipos, agentes, promotores, etc.) se han “juntado”
para hacer actos que alteren los precios de los jugadores y, probablemente, también de los salarios. Si es así, eso ya lo determinarán las
autoridades.
Cabe
señalar que la investigación surgió en 2018, cuando todavía estaba vigente el
famoso “pacto de caballeros”, muy conocido en el medio futbolístico. Para
nosotros los mortales, solo queda reconstruirlo a partir de sus dichos, pero
a grandes rasgos se entendía como un límite para que los jugadores se
contrataran de manera libre una vez terminado su contrato. O sea que, una vez
que terminara el acuerdo de, por decir, Omar Bravo, si este quería jugar en
otro equipo, las Chivas podían pedir una compensación por su traspaso a otro conjunto. Lo mismo se exigía cuando
había jugadores que se iban a Europa y regresaban a México (Torrado y Bravo). Y
si no se quería pagar y el jugador se iba al extranjero, se vetaba (dicen por
ahí que eso le pasó al “Tano” de Nigris).
Pero no crean que esta gran idea proviene del entorno mexicano. No, esta vez no. El pacto de caballeros nació casi con la profesionalización del fútbol. El problema es que nosotros apenas lo quitamos del reglamento el año pasado. Así como hoy la COFECE investiga, otros países hicieron lo propio, solo que un poco antes.
El
primer país que observó el problema fue Inglaterra. George Eastham, una vez
vencido su contrato, quería irse del Newcastle United al Arsenal, solo que en
ese entonces se pedía una cuota al Arsenal para su traspaso debido al infame
sistema de retención y transferencias. Una vez vencido el contrato, el jugador
era puesto en una lista de retenidos, pudiendo o no ser transferido. Se
negociaba el contrato con el jugador o se le transfería, pero solo salía gratis
si el club no quería contar con él de ninguna forma. Eastham demandó y el caso
se fue a los tribunales ingleses. La respuesta fue que el sistema era una
restricción al comercio, entendido este como la libertad de contratarse de las personas.
A
los ingleses le siguieron los franceses. Un poco adelantados a su época, ellos
ya contaban con un sindicato de jugadores de fútbol en 1960. Gracias a su
sindicato lograron la abolición de los contratos vitalicios (que en su país era
el equivalente a un derecho de retención).
Siguiendo el ejemplo francés, lo mismo hicieron los españoles. El derecho de retención, así como estaba establecido en Inglaterra, estaba en muchos otros países, incluido España. En 1979, en un acto de unión, los jugadores españoles se fueron a huelga exigiendo que este derecho se eliminara, y lo lograron. El derecho desapareció del ordenamiento jurídico hispano y nació el Real Decreto 1006/1985, vigente hasta nuestros días, el cual regula las famosas “cláusulas de rescisión”.
El último gran golpe a la retención, en el Viejo Continente, fue dado por el máximo tribunal de la Unión Europea, después de que el RC Lieja solicitara una cuota de transferencia al USL Dunkerque por el traspaso de un jugador que no tenía contrato y que posteriormente fue vetado. El futbolista comenzó un pleito que llegó hasta el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), en el que se determinó, de conformidad con el Tratado de Roma, que era una violación a la movilidad de los trabajadores, el cobrar una cuota de transferencia por jugadores sin contrato vigente. El impacto del caso fue tan grande que, a la larga, la retención de jugadores sin contrato vigente desapareció de todas las transferencias internacionales de futbolistas.
La
COFECE dice que el caso podría crear un precedente contra conductas que
restrinjan la movilidad de los trabajadores y que afecten la determinación de los
salarios en el mercado. ¿Va la COFECE
en el camino correcto para eliminar la colusión que afecta el mercado laboral
de los jugadores? Solo el tiempo lo dirá, pero los precedentes ahí están.
Escrito por Enrique Macedo
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