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martes, 8 de diciembre de 2020

SI ANOTA UNOS CUANTOS MÁS, YO TAMBIÉN SERÉ MUSULMÁN


"MO SALAH, LA LA LA LA LA, LA LA LA LA! IF HE'S GOOD ENOUGH FOR YOU, HE'S GOOD ENOUGH FOR ME, IF HE SCORES ANOTHER FEW, THE I'LL BE MUSLIM TOO" 

Así canta el Kop, a la tónica de la canción “Good Enough” de Dodgy, cuando Mohamed Salah anota en Anfield. En 2018, el futbolista egipcio rompió el récord de goles anotados en una temporada de Liga Premier, con 32. Se convirtió en el primer futbolista africano en lograrlo y, en esa misma temporada, anotó más goles que tres equipos completos (West Brom, Swansea City y Huddersfield, con 31 o menos cada uno). Esa temporada 2017/2018, histórica en lo individual para Salah, fue el comienzo del ascenso de un Liverpool que a la postre terminó como campeón de Inglaterra, de Europa y del mundo entre 2019 y 2020. 

Mohamed Salah tiene los argumentos estadísticos individuales y colectivos para colocarse como uno de los futbolistas más talentosos de los últimos diez años. En una década que ha sido dominada por Messi y Ronaldo, no sorprende, sin embargo, que no figure en la conversación mediática sobre el mejor jugador del mundo. Más allá de lo que significa para sus equipos en la cancha, Mohamed Salah se engrandece y sobresale por lo que representa para toda una religión y zona geográfica.

Salah es, sin ningún tipo de disculpas, musulmán. Todo empieza con sus celebraciones. Al marcar un gol, generalmente festeja realizando el “sujud”, para el cual se pone de rodillas y se inclina hasta que toca el suelo, agradeciendo a Dios. Se trata de una veneración practicada en el Islam y se ha vuelto tan característica que ha sido incluida en los videojuegos de la serie “FIFA”. “Es algo así como una oración o un agradecimiento a Dios, por lo que he recibido”.

Para su país, Mohamed Salah se ha vuelto el referente cultural, por encima de los faraones y las pirámides. Ha sido la portada de incontables revistas, incluidas TIME y GQ. Precisamente en la entrevista para esta última, Salah declaró: “Necesitamos cambiar la forma en la que tratamos a las mujeres en nuestra cultura”. Su humildad y carisma lo han llevado a ser el futbolista musulmán más popular del norte de África y, por añadidura cultural, del mundo musulmán y Medio Oriente. Es el futbolista árabe con mayor número de seguidores en redes sociales. Es la figura indiscutida de una Selección egipcia de fútbol que llegó a la final de la Copa Africana de Naciones en 2017 y a una calificación mundialista en 2018, la cual no se lograba desde 1990. Gracias a su rol como artífice de este logro, fue renombrada con su nombre la escuela a la que acudió de niño, en su ciudad natal de Basyoun.

Es precisamente en su pueblo, Nagrig, donde el 65% de la población vive en la pobreza, que Salah decidió construir una escuela y un hospital. Su fundación, la Mohamed Salah Charity Foundation, ha dedicado recursos a más de 450 familias para que reciban un apoyo en efectivo mensualmente. Su padre, quien todavía vive en el pueblo, se ha convertido en el patrocinador de las causas de la gente local. Cuando alguien necesita algo, desde ayuda para celebrar una boda hasta un tratamiento médico, él decide ayudarles, gracias al apoyo de su hijo. Mohamed Salah es la leyenda viviente de su pueblo.

Este nivel de influencia e impacto se entiende por la popularidad del deporte que practica profesionalmente. Se trata de uno de los pocos, si no es que el único, futbolista del norte de África y musulmán que se puede codear con los mejores futbolistas del mundo, usualmente europeos o sudamericanos. Es el sueño de cualquier niño africano o musulmán hecho realidad, la evidencia palpable de que es posible llegar a ser el mejor en un deporte dominado por el Occidente.

Pero también significa y representa un puente. Si los aficionados del Liverpool, una ciudad con una mayoría étnica caucásica/anglosajona, en un cántico pueden hacerse a la idea de convertirse al Islam, las divisiones raciales y religiosas de todo un país pueden empezar a ser sanadas. El fútbol y uno de sus máximos exponentes, de nuevo, presentan la oportunidad de olvidar diferencias y unir a las comunidades por el amor al deporte y a sus practicantes más importantes.

Debido a las recientes posiciones y declaraciones de diversos personajes políticos, la islamofobia es un problema creciente en el Reino Unido y el mundo. Durante el desarrollo de la campaña para el referéndum del Brexit, los promotores del “Voto para Salir” utilizaron un discurso anti-migrante que posicionó a los musulmanes como indeseables. El actual Primer Ministro del Reino Unido ha hecho comentarios relacionados a los musulmanes, señalándoles como un pueblo que lleva “siglos de atraso”. En su campaña para elegirse como Primer Ministro, comparó a las mujeres que utilizan velos (hijab) con ladrones de bancos y comentó que parecían “buzones” de correo. El alcalde musulmán de Londres, Sadiq Khan, ha sido víctima de innumerables ataques y comentarios relacionados con su religión, los cuales han sido amplificados por su oposición política.

Las generalizaciones y estereotipos dañan a comunidades de personas enteras. En Reino Unido solamente, el 5% de la población es practicante del Islam. No solamente son ellos; a cualquier persona de origen árabe, o con rasgos de Medio Oriente, se le adjudica un prejuicio terrible que llega a poner en riesgo su vida, debido a los ataques de odio y violencia. No sobra mencionar la discriminación histórica que han sufrido los británicos-pakistanís, incluso siendo intimidados con términos como el insulto racial “paki”, que en tiempo reciente han sido atacados en conjunto con la población musulmana.

Es por ello por lo que futbolistas como Mohamed Salah son tan necesarios en el ámbito del fútbol internacional. Porque con su juego con la pelota pueden trazar lazos de unión con pueblos que políticamente han sido colocados el uno contra el otro, de manera deliberada y maliciosa. Si mediante el fútbol podemos aprender a dejar de definir a personas por su raza o religión, el fútbol de nuevo demuestra que es más importante de lo que pensamos. Si Mohamed Salah anota unos cuantos goles más, quizá la islamofobia pueda pasar a ser cosa del pasado. 

 


 

             Escrito por Fernando Alcázar





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