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jueves, 17 de diciembre de 2020

EL MIEDO DE LA AFICIÓN AL PARTIDO

Hace un año, un buen amigo me regaló un libro muy bueno del entonces Premio Nobel de Literatura, Peter Handke. La historia es muy buena, pero lo que más me llamó la atención fue el título: El miedo del portero al penalti. Al pensarlo, no se me podía ocurrir que hubiera un jugador más adecuado para tal situación, que un arquero en un juego de fútbol.

No creo que haya un jugador con un miedo tan concreto como tal. ¿El miedo del defensa a barrerse? El “Pollo” Briseño dice que no. ¿El miedo del extremo a centrar? Jürgen. ¿El miedo del centrocampista a dar un mal pase? Marcone. ¿El miedo del delantero al tiro errado? Teófilo. No hay miedo, todos siguen adelante, toman su ducha, se van a otro equipo, se duermen y todo regresa a la normalidad. Pero para un portero es distinto recuperar la confianza y como último hombre, sería natural que sienta miedo al fallo. Pero, después de veintitrés años, el miedo también se puede transmitir a la afición.                                 

Cada cierto tiempo, hay un equipo que tiene una temporada casi perfecta. Gana, a veces golea, juega bien, trae refuerzos, y lo peor, es que hace pensar a todos que este año es el bueno. De repente llega el día más importante, se levanta todo el equipo, van al baño, se ven en el espejo y dicen, citando a Cerati, “quiero hacer cosas imposibles”. No es el contrario el que hace eso, ellos solamente cumplen presentándose al campo. Es el equipo mismo el que se levanta y da una cátedra de que cualquier adversidad es superable.

Después de un tiempo, la afición empieza a hacer una suerte de callo, una resistencia al dolor y a la decepción, o al menos, eso es lo que dicen. Yo como parte de esa afición, puedo decirles que más que un callo, se desarrolla una especie de miedo a la incertidumbre. Algunos están esperanzados en que este año será el bueno, otros están más decepcionados y esperan lo peor, pero con un poco de fe en el fondo de su corazón. En mayor o menor medida, todos tenemos el miedo a que algo suceda en el partido. Y sucede.

Lo que sucede después es un periodo de rabia, frustración, hartazgo. Aguantar las burlas de todos, hasta el que nunca ha visto un partido de fútbol, pero le gusta subirse al tren. Incluso, un amigo dijo que cruzazulearla es lo que nos une como sociedad, como mexicanos. El club es tan importante hoy en día que sin él seríamos animales apátridas. Sin embargo, después de todo, solo quedan tres cosas para el aficionado del Cruz Azul: un periodo de luto (puede ser un mes, un año, al final siempre vuelves a ver los partidos), una pizca de ilusión, y una cada vez más fuerte sensación de miedo al fracaso.

Algunos se preguntarán por qué seguimos ahí si nos molesta y nos hace sentir mal. Solamente podemos decir que es porque queremos. Si supiéramos, les diríamos. Si fuera fácil dejar de seguir a un equipo, lo haríamos. Hay algo que hace que te identifiques con el club, puede ser el color, el estilo de juego, un jugador, o que tu papá también sea aficionado del cuadro celeste. Después de eso, solamente se desarrolla el cariño. Al final, cambiar de equipo se siente como cambiar de universidad, de ciudad, de nacionalidad o de pareja. Se puede hacer, pero si conoces a alguien que lo hace con tanta facilidad, o no era un aficionado de verdad, o carece de cierta capacidad de sentir emociones.      

Gracias a Dios, no vivimos de esto, algunos hacen de esto su vida, pero no viven de esto. La mayoría de nosotros lo disfrutamos y lo sufrimos como una película, una canción, una pesadilla o un sueño. Con esto, hoy no nos queda más que aceptar las burlas, aceptar el enojo y la frustración, y seguir alentando a nuestro equipo, aunque nos duela, tolerando la incertidumbre de cada partido. Pero también nos queda seguir exigiendo, partido con partido, torneo con torneo, año con año. Nos queda alentar con dolor, pero seguir alentando. Tal vez mañana gane, tal vez no, tal vez nunca vuelva a ganar. Pero, como bien dice la Sangre Azul, “es un sentimiento que no morirá”.

Al equipo, solo una cosa: ustedes son el equipo del miedo de la afición al partido, así nos hicieron, pero no queremos que sean el equipo del miedo al éxito. Nosotros alentamos con miedo a lo que sea que pueda pasar, pero alentamos y seguiremos alentando hasta el final. Les pedimos lo mismo, pero sin miedo, dar todo hasta el final. Al fin y al cabo, el miedo ya nos lo transmitieron, ustedes ya lo pueden dejar de cargar.




                Escrito por Enrique Macedo





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