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jueves, 23 de mayo de 2024

EL MANCO RODRÍGUEZ ¿UNO DE LOS PRIMEROS PENSADORES LITERARIOS DEL BALOMPIÉ MEXICANO?

La liga profesional del fútbol mexicano se estableció en 1943, torneo en el que comenzaron a competir equipos como Club España, Asturias, Atlante, América, Veracruz, Moctezuma, Atlas, Guadalajara, entre otros. La mayor parte de los clubes eran de la capital, por lo que las primeras ediciones de la competición se disputaron en el célebre estadio Parque Asturias. En esa década, debido a los conflictos bélicos suscitados principalmente en Europa, la Ciudad de México acogió a un gran número de inmigrantes de distintas nacionalidades, principalmente de origen hispano. Estas líneas generales nos servirán como telón de fondo para explicar el cuento El manco Rodríguez de Enrique Serna.

El fútbol no es un tema central en la obra cuentística de Enrique Serna, algunas apariciones esporádicas se pueden leer en El matadito o en La vanagloria, pero, donde aparece con un poco más de relieve es en El manco Rodríguez. Este relato nos narra el exilio de un español y su familia en la capital mexicana durante los años 40´s. Eusebio Rodríguez, un empleado de cine, dispone de tiempo libre para pensar en los enfrentamientos armados que provoca la Segunda Guerra Mundial en Europa, dispone de menos para observar lo que sucede en su entorno. Pese a que Eusebio, su esposa y su hija, viven una situación sanitaria y económica deficiente, sus condiciones les permiten llevar una vida común en la Ciudad de México.

En el trajín de sus actividades, podemos apreciar que Eusebio se encuentra acorralado por los sistemas de pensamiento que él ha adoptado, muchos de los cuales motivan a los hombres en Europa a despedazarse en los campos de batalla. El manco, que primero fue anarquista para luego pasar a las filas del marxismo, pero que también cree en los gobiernos republicanos y que asume ciertos presupuestos “naturales” del fascismo que tanto desprecia, vive en constante pugna con las interpretaciones que hace de su propia vida y de los demás. La mente de Eusebio es una trinchera en donde tienen cabida todo tipo de ideologías antagónicas, la experiencia del personaje puede entenderse como una muestra de lo acontecido en el Viejo Continente con los sistemas de pensamiento durante el siglo XX.

Y es que la proliferación de los sistemas de ideas y/o filosofías que florecieron desde el siglo dieciocho fue considerable. La mayor parte de ellos tienen como objetivo principal la interpretación de la vida del ser humano y aunque esta afirmación vale para cualquier conjunto de ideas que pretenda dar un sentido a la totalidad de la experiencia humana; en esta situación, hablamos de múltiples corrientes de pensamiento, surgidas durante la modernidad, que provocaron un caos absoluto en muchos de sus adeptos. El transfuguismo de Eusebio parece razonable a la luz de la gran incertidumbre que ocasionaron los sistemas de pensamiento de aquella época. No sólo conviven en él el anarquismo, el marxismo, el republicanismo y hasta el fascismo; también podemos observar a un español nacionalista con ideas apátridas, a un elemento indómito que defiende la instauración de un orden.

La anécdota del cuento presenta encontronazos a Eusebio, en un café con compatriotas y en un telegrama, que lo dejaran reflexionando sobre el estado en que se encuentra y en la viabilidad de persistir en ese extenuante ejercicio de interpretación con base en las ideas que adquirió en su vida previa al exilio. Finalmente, derrotadas las ideologías en la cabeza del protagonista, se vislumbra un renacer del personaje con mejores posibilidades que las ya vistas; sin embargo, la historia concluye con un camión de pasajeros lleno de aficionados atlantistas que se dirigen a la cancha para ver un partido contra el Club España. Eusebio, que gusta del fútbol y que mira el furor de los seguidores, levanta el brazo sano que tiene y grita “Arriba el Atlante” mientras interpreta que aquella pasión desbordada sólo puede entenderse como el amotinamiento de las razas ancestrales originarias contra el destino, traído al presente por esos desaforados azulgranas que agitan con fuerza las banderas de su equipo[1].

 

 

 

            Escrito por Carlos Ríos

 

 

 



[1] El relato menciona al delantero Isidro Lángara, un artillero español que jugó en la década de los 40’s en el Club España. Es uno de los máximos goleadores de la historia con más de 450 goles en partidos oficiales.

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