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martes, 11 de febrero de 2025

PENSAR MARGINALMENTE EL FÚTBOL

Pensar es distinguir, es discernir los elementos de la vida a los que se enfrenta una persona. Como toda actividad puesta en práctica, su ejercicio varía conforme a las circunstancias de cada hombre. Existen situaciones donde el pensar se manifiesta precozmente, como acontece en el relato Un niño piensa* del escritor español Camilo José Cela. En este cuento, el protagonista es un pequeño que está acostado en la cama mientras piensa en lo que rodea su alrededor. Sin que la anécdota nos aclare los años del personaje, podemos atestiguar que se trata de un menor de edad que se encuentra bajo el cuidado de su madre. La interrogante que despierta la historia es por qué un niño se ve obligado a pensar.

El cuento, sin embargo, no deja que divaguemos demasiado en la pregunta, ya que hallamos declaraciones del niño, en distintas partes de la historia, respecto del sufrimiento que aqueja al protagonista. No se manifiesta una causa concreta, se muestra el estado anímico del personaje que no quiere intercambiar las cobijas de su cama, por los harapos que ofrece el mundo exterior. Para que el chico lograse identificar qué le resulta agradable y qué no, primero tendría que clasificar las experiencias vividas y los efectos producidos por ellas. En este sentido, ¿podemos sugerir que un niño que es alegre, tenga tiempo para pensar? 

Consideramos que la respuesta a la pregunta planteada anteriormente, conforme a la interpretación que sostenemos, tiene mucho que ver con el lado adverso que se experimenta en la vida. Como un mecanismo de defensa, los que vivimos el mundo aprendemos a distinguir las cosas, principalmente aquellas que nos resultan amenazantes. No en pocas ocasiones, el sufrimiento deja su semilla en nosotros, uno de sus frutos es la división que hacemos de los elementos que conforman la realidad. Por tanto, lo que motiva al protagonista a pensar a muy temprana edad, lo podemos relacionar con el infortunio que le toca padecer. 

Sin embargo, de la historia se desprende que no todo es calamidad y dolor para el niño. Resaltan la comodidad de la cama, la rutina que vive con su madre durante las mañanas, el vaso de azúcar que contempla todos los días. El pensamiento suele nacer de la contrariedad, pero no es su único asidero. En la anécdota, el personaje principal comienza a distinguir lo que es benéfico para él y lo que no, lo que le produce alegría y lo que le causa tristeza; lo complejo que puede resultar una actividad como tocar el piano, en comparación con jugar al fútbol. Este deporte parece interesarle en cuanto que actividad destacada por sus compañeros de escuela, pero no como un gusto personal; ya que, la idea de que en dicho juego no se requiere mover todos los dedos para practicarlo luce definitiva para no prestarle atención. 

En pocas páginas, este relato presenta la historia de un niño que comienza a articular su pensamiento, como respuesta a las experiencias que imaginamos que debe padecer. Cómo nace la reflexión en un personaje de corta edad le otorga méritos al cuento, a la vez que nos deja algunas ideas para digerirlas posteriormente. Una de ellas, que quizá sea mejor el practicar al fútbol, que el mantenerlo en la cabeza mucho tiempo.  




Escrito por Carlos Ríos





* Relato contenido en el libro Cuentos para leer después del baño, cuarta edición. 

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