Pages

Subscribe:

Entradas recientes

martes, 20 de abril de 2021

LA QUINTA QUE VIO EL MUNDIAL DEL 78

 

“Me parece que soy de la quinta que vio el Mundial 78, me tocó crecer viendo a mi alrededor paranoia y dolor”. Verso escondido a la mitad de Crímenes Perfectos, incluso que pareciera irrelevante. Para un argentino, creo, el fútbol y la dictadura son todo menos irrelevantes. Calamaro, un fanático del fútbol y uno de los rockeros argentinos más importantes, hace alusión a uno de los hechos más grandes del balompié argentino, uno que incluso les permite a los sudamericanos ir por la vida diciendo “vos, ¿cuántas copas tenés?”, sin embargo, lo califica como un periodo sombrío. ¿Cómo el primer gran logro futbolístico argentino le puede causar tanto dolor a un amante de este deporte?

En los años 60's y 70's, en el contexto de la Guerra Fría, funcionarios estadounidenses y militares de varios países latinoamericanos se reunían constantemente con el fin de convenir acciones de seguridad nacional en contra de personas que comulgaran con ideas contrarias a los intereses estadounidenses, principalmente comunistas. Algunas de las naciones sudamericanas, que participaban en conjunto con las agencias de seguridad norteamericanas, acordaron la instauración de lo que denominarían el Plan Cóndor. Dichas acciones llevaron al derrocamiento de gobiernos elegidos por la vía democrática y al surgimiento de dictaduras militares en la mayoría de los países del sur del continente; así como también a una serie de torturas, desapariciones forzadas y asesinatos de líderes y personajes contrarios a los nuevos regímenes políticos. Todo esto, bajo el auspicio, conocimiento y consentimiento de los Estados Unidos en varios momentos de la época.

En los años previos al Mundial de 1978, Argentina era un país que no gozaba de gran estabilidad política. A lo largo de las décadas de los 50's y 60's, después del derrocamiento de Juan Domingo Perón, se dio una intercalación de gobiernos civiles y democráticos con gobiernos derivados de golpes de estado. La ideología liberal que privilegió el monopolio del capital extranjero en detrimento de la clase obrera, en conjunto con la violencia por la cual llegaron al poder algunos dirigentes, derivó en el surgimiento de grupos guerrilleros compuestos por sectores estudiantiles, obreros y populares. Con el paso del tiempo, sus acciones se volvieron cada vez más violentas y alcanzaron un mayor grado de repercusión política en todo el país. 

Ni el regreso de Perón, ni el gobierno subsecuente de María Estela Martínez, viuda de Perón, y quien se pensaba que continuaría con su ideología política, fueron suficientes para apaciguar a los movimientos obreros y populares que se gestaban, así como tampoco se logró el control de la crisis económica que se vivía en la época. Los militares aguardaron el escalamiento de la situación y, bajo el pretexto de la incapacidad de la gobernante para contener la problemática, en conjunto con una acusación de corrupción, el 24 de marzo de 1976 llevaron a cabo un golpe de estado que retiraría a Isabelita de la presidencia. Con ello entraría a gobernar una Junta Militar y comenzaría el Proceso de Reorganización Nacional junto con su hermana bastarda, la Guerra Sucia.

¿Han escuchado la frase “tapar el Sol con un dedo”? Aquí sería más bien, tapar un río de sangre con un balón. No sería la primera vez que un régimen autoritario y violento organiza un espectáculo de gran magnitud para mostrar algo: poderío, estabilidad, superioridad o, de acuerdo con Jorge Rafael Videla, paz.

La sede del Mundial del 78 fue decidida por la FIFA en 1966, mucho antes del golpe de estado. Incluso su logotipo fue un recuerdo del gesto característico de Juan Domingo Perón levantando las manos, pero simulando sostener un balón. Este logotipo ya no pudo ser cambiado por temas de patrocinio y mercadotecnia. Argentina no contaba con la estabilidad para organizar un Mundial, ni siquiera habían comenzado con los estadios para 1976. Por esta razón, el Proceso formó una entidad llamada Ente Autárquico Mundial 78 (EAM 78), que, como todo en esa época, estaba formada por militares y tenía el encargo de terminar todas las obras en tiempo para el inicio de la Copa. El EAM 78 es recordado principalmente por su director, Carlos Alberto Lacoste, quien se sospecha ordenó el asesinato de su predecesor en el cargo, así como por el intento de asesinato del Secretario de Hacienda, Juan Alemann, quien fuera un duro crítico del despilfarro de un Mundial que, según algunas estadísticas, pudo llegar a representar hasta 3 veces el costo de la siguiente edición en España 82.

Alrededor del mundo, debido a algunos exiliados del país, se supo que Argentina no era el maravilloso y ordenado lugar que el Proceso decía. En países como Francia, Holanda y Suecia, era sabido e, incluso, dicho por muchos periodistas, que Argentina era un país que torturaba y desaparecía gente. Los manifestantes en el extranjero exigían que los equipos no acudieran a jugar e intentaban boicotear el Mundial. Al final, los equipos sí participaron, pero ya existía un estruendo sobre los hechos de violencia cometidos.

Al día de hoy, todavía se discute el mérito de aquella Selección Argentina. Existen algunas acusaciones de que los militares “hicieron su Mundial”, pues que mejor que mostrar a su pueblo un gran avance como lo es el ser campeón del mundo. Entre algunos de ellos, el mayor escándalo deriva de las acusaciones del Argentina vs Perú. Chumpitaz y Oblitas han declarado que antes del partido, Jorge Rafael Videla se apareció en su vestuario a dar un discurso acerca de la hermandad latinoamericana. Algunos periodistas y jugadores también han hablado de sobornos a algunos de los jugadores peruanos, aunque nada de eso se haya confirmado aún. Otras veces se ha hecho alusión a la excelentísima relación que llevaban los dictadores sudamericanos, por lo que quizá hubo una que otra llamada del presidente de Perú a sus jugadores. Lo que sí, es que a todos - menos a los jugadores argentinos - se les hizo raro que Perú se comiera 6 goles, sobre todo después de su buena primera ronda.

La Argentina se dividía en los días de Mundial. Por un lado, una mayoría en el estadio, en el festejo, en la embriaguez que significaba la justa futbolera. Por otro, los prisioneros en los centros de detención y las Madres de Plaza de Mayo, exigiendo conocer el paradero de sus hijos. Gran parte de la población festejó, mientras en su país desaparecía gente que pensaba diferente al gobierno.

A un kilómetro y medio del Monumental, los gritos de gol ahogaban los de los presos políticos cuando se les torturaba. En cumplimiento de las acciones del Plan Cóndor, y con lo aprendido por los “capacitadores” de la Escuela de las Américas estadounidense, militares y agentes de policía llevaron a cabo toda una serie de violaciones a los derechos humanos en perjuicio de sus “objetivos”. Bajo la sospecha de que podían ir en contra del Proceso que estaba iniciando, miles de personas, sin importar su condición, fueron detenidas de manera arbitraria, sujetas a abusos físicos y psicológicos, así como a largas sesiones de interrogación, padecieron tortura y, por último, fueron ejecutadas. Asimismo, algunos calculan la cifra de desaparecidos durante dicho periodo en alrededor de 30,000 personas. La naturaleza de los crímenes hace imposible poder hablar de ellos.

El fútbol cumplía su cometido, la alegría del Mundial hizo a muchos olvidar lo que estaba sucediendo, incluidos los jugadores. Pero lo que al principio fue una vitrina para el país, se convirtió al final en una exposición de la realidad. En los meses siguientes, algunos reporteros extranjeros continuaron documentando los casos de desapariciones forzadas y a las Madres de Plaza de Mayo; incluso, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos llegó a hacer una visita de investigación al país. Lo que tanto trató de ocultarse finalmente salió a la luz. Todos los jugadores afirman que no sabían nada de lo que estaba sucediendo, todos dicen no haber participado de manera directa con el régimen, aun así, algunos pocos reconocen su responsabilidad y se apenan por haber sido utilizados como un objeto de legitimación. Al final, ¿cómo culparlos, si la gran mayoría del país estaba igual?

Calamaro tiene algo de razón. No toda la generación del Mundial del 78 puede decir que haya vivido dolor, la gente lo festejó, muchos sintieron gran alegría por ver a su equipo campeón. Fue el antes y el después del Mundial el tiempo de paranoia y dolor. El Mundial fue una anestesia para sobrellevar esa situación, fue como esa inyección de sedantes que se les inyectaba a los presos políticos antes de hacerlos volar hacia el mar.

 

 

 

 

            Escrito por Enrique Macedo

 

 

 

martes, 6 de abril de 2021

LOS DÍAS SIN PRISA: EL INTER Y LA REVOLUCIÓN ZAPATISTA

Corría el verano de 2004 en Chiapas, un estado ubicado en el sur de México. Para la entidad no era un año cualquiera, ya que se cumplía el aniversario del levantamiento rebelde del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Precisamente, 10 años antes, con motivo de la entrada en vigencia, el 1 de enero de 1994, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), un grupo de insurgentes, en su mayoría originarios, exhibían la contracara del discurso oficial del estado mexicano, ese que decía que nuestro país se encontraba en la antesala, a tan sólo un paso, del tan anhelado primer mundo. Previo a ese verano, en abril de 2004, varios altercados entre autoridades municipales y pobladores del municipio de Zinacantán, gobernado por el EZLN, provocaron el desabasto de agua potable para los habitantes; quizá debido a esa o a alguna otra razón que desconocemos, el Inter de Milán decidió arribar a tierras chiapanecas en ese año para entablar una relación de amistad con las comunidades autónomas zapatistas. La iniciativa de apoyo surgió del capitán del equipo, el legendario Puppi Zanetti, quien solicitó a la directiva que visitase las poblaciones indígenas en el estado sureño. La comitiva italiana nerazzurri, encabezada por el director organizativo Bruno Bartolozzi, llegó a Larráinzar, Chiapas con playeras, balones, zapatos para jugar fútbol y un donativo de 5000 euros que el club obtuvo por concepto de multas, por llegadas extemporáneas o uso de celulares en los entrenamientos, aplicadas a los jugadores del primer equipo. Este acercamiento entre el movimiento político-social zapatista y uno de los equipos más grandes del fútbol internacional forjará un vínculo inédito dentro del mundo del deporte, el cual se nutrirá de más ocasiones dignas de ser contadas.

El año siguiente a la visita de la comitiva del Inter en tierras mexicanas, el entonces subcomandante Marcos envió una carta para el presidente del equipo, Massimo Moratti, invitándolo a un encuentro entre el club y el seleccionado zapatista de fútbol. En un primer momento, el dirigente nerazzurri aceptó cordialmente la invitación al responder públicamente que “cada revolución comienza en la propia área de penalti y finaliza en la puerta adversaria”, incluso el propio Javier Zanetti llegó a decir en los medios de comunicación que no tenía problema en disputar el encuentro, “estoy dispuesto a ir a jugar a México”. A la aceptación por parte de Moratti y Zanetti correspondió una segunda carta de Marcos en la cual sugería la celebración de una serie de partidos que podrían “revolucionar al balompié mundial”. En ella se detallan pormenores fantásticos como la invitación a Diego Armando Maradona para ser el juez central de los partidos, la participación de Javier Aguirre y de Jorge Valdano como abanderados, así como la colaboración como cuarto árbitro de Sócrates, el mítico mediocampista brasileño; en cuanto a la narración, la carta se refiere a solicitar la intervención de Mario Benedetti y de Eduardo Galeano para llevar, a través de su palabra, los hechos de los encuentros en el idioma español, en la versión italiana se piensa en Gianni Miná y en Pedro Luis Sullo. El tono humorístico en que se escribe y la alusión a un sinfín de situaciones caóticas y personajes pintorescos permite intuir que el líder zapatista no pensó realmente en celebrar los partidos; más bien, extendió un brazo fraternal a la institución deportiva y un agradecimiento por los contactos establecidos, pero incrustó con cierto sigilo algunas cuestiones sociales que provocaban preocupación en esos momentos. Con el ingenio que caracteriza los escritos y discursos de Marcos, la inquietud por saber qué hacer con los ingresos obtenidos por los encuentros, le permitió al mismo poner el ojo en los indígenas desplazados por paramilitares en los Altos de Chiapas, los jóvenes altermundistas encarcelados y los presos políticos, los migrantes latinos en Estados Unidos y los migrantes de diferentes nacionalidades en la Unión Europea, la situación de Cuba y Guantánamo, entre otro tipo de situaciones.

Finalmente, a pesar de la expectativa y atención de los medios de comunicación en América Latina y Europa, los encuentros no se llevaron a cabo. Pero eso no significó que el vínculo entre el Inter de Milán y las comunidades zapatistas se esfumase. En 2011, posterior a aquel intercambio epistolar entre Moratti y Marcos, integrantes del club italiano visitaron Chiapas como parte de una serie de viajes que emprendieron a lo largo de México, ya que Inter Campus cuenta con 3 sedes en el país: una en el estado de Querétaro, otra en la Ciudad de México y otra más en el estado de Guanajuato. Inter Campus es un proyecto social sin fines lucro, fundado por el propio Moratti en 1996 para dar asistencia a niños de comunidades con escasos recursos y a brindar programas de desarrollo y crecimiento a las poblaciones alrededor del mundo. Durante ese año, la comitiva interista visitó la sede en Querétaro y la sede de la capital, y terminó su recorrido en San Cristóbal de las Casas. Al año siguiente, una delegación estuvo 4 días en los municipios chiapanecos de Ocosingo y Altamirano con cerca de 220 niños tzeltales y tojolabales. Lo anecdótico de ese convivio fue la altísima participación de niñas, ya que, en palabras de los relatores, “muchas han querido ponerse por primera vez en su vida pantalones cortos, sustituyendo la tradicional falda. Los colores nerazzurri, mezclados con los de sus vestidos milenarios, han colorido el escenario”.  Una interacción posterior se dio en 2015, en esa visita al Caracol, Torbellino de Nuestras Palabras, participaron entrenadores de los 3 centros nacionales y personal italiano; la cita concentró a 310 infantes y duró 3 días. Como en cada una de ellas, algún acontecimiento aparentemente cotidiano despertó profundas emociones en propios y en extraños; uno de los relatores diría de esos días “metidos de lleno en la cultura chiapaneca, los días pasan sin necesidad de prisa, marcados por los pitidos de los comisionados de educación, que reunían a los educadores y a los alumnos en el centro del campo”.

La experiencia zapatista del Inter de Milán nos deja ver lo inesperado de un cruce entre 2 entidades aparentemente ajenas entre sí, 2 discursos que se mezclan para hacer una narrativa que reescribe fragmentos de lucha revolucionaria y de fraternidad humana. Existen, inmersas en aquellas letras bordadas con el sudor de las manos mexicanas, partículas que, si llegaran a mostrarse, quizá podrían detener el frenesí y la saturación con que vivimos las personas todos los días; existen también aquellos pequeños espacios de incertidumbre, agujeros semánticos que habitan las palabras que pronunciamos, y que de vez en cuando se aparecen viviendo tan naturalmente la misma realidad que vivimos nosotros. La aspiración del equipo italiano, esa que le permite mirar con los ojos de la imaginación, reside en establecer un mundo sin globalización, un mundo sin fronteras y enriquecido por las diferencias culturales y las costumbres de todos los pueblos. Es en el juego del fútbol en donde convergen las cartas de Marcos y de Moratti, en donde se abrazan los ideales de lucha y autonomía zapatista con los ideales de diversidad y fraternidad interista. Como dice una de las manifestaciones vivas y escritas, grabadas en uno de los múltiples relatos de convivencia entre zapatistas y nerazzurris “el deporte es vital aquí en las montañas y el fútbol no sólo es una disciplina deportiva, sino también una forma de vida, una filosofía que va más allá del campo: la unidad, la humildad, el desinterés, la amistad, el coraje, la generosidad y el respeto a tus compañeros de equipo son algunos de los principios fundamentales. Aquí el equipo y el grupo es más importante que los individuos”.



 

 

        Escrito por Carlos Ríos